Sí. He vuelto, a pesar de revoluciones, golpes de estado,
toques de queda, elecciones, dites y diretes, he vuelto…
Sé que puedo parecer repetitiva, pero cada año me sucede lo mismo:
me siento bien, MUY bien, en este lugar del planeta. No es que me sienta mal en
aquél, que no, pero algo “raro” me sucede cuando cruzo el Sahel…
Llegué el martes a las 07:00 AM, tras haber salido de
Valencia el lunes a las 16:00 h. Una vez más, el toque de queda en vigor en el
país obliga a que los vuelos lleguen fuera del horario del mismo, lo que en mi
caso supuso casi 7 horas de más en Casablanca, donde de nuevo constaté que lo
que pasa en ese aeropuerto es un “sindiós”, pero ésa es otra historia de la que
ya di buena cuenta en un post el año pasado…
Nada más salir a la escalerilla del avión recibí todo el
olor a Ouaga. Ouaga huele diferente a cualquier otra cosa. Creo que podrían
darme vueltas alrededor del mundo con los ojos cerrados, que reconocería que
estoy en Ouaga por su olor. Me hizo sonreír…
Fuera me esperaba un buen amigo taxista al que conozco desde
hace años: “Llanos, bonne arrivée!!”. Besos y abrazos. Y empezamos con la
máxima en estas tierras: “Tengo una avería en el coche, pero no te preocupes,
doucement doucement te llevo al hostal y luego veré”. A 20 km/hora (o menos) me
lleva. Suena a cascajo total, vamos que si es mi coche lo paro y no lo mueve ni
cristo como no sea en grúa, mais pas de problem… Por el camino le acribillo a
preguntas sobre el tema candente: las elecciones. En un rato me pongo al día de
la situación (para los neófitos diré que estas elecciones tenían una “idiosincrasia”
muy especial, pero ya hablaré luego de ello),
No he dormido más que una hora y pico mal dormida, pero… las
ganitas de tirarme a la calle me pueden. Un amigo entrañable que se encontraba
fuera por un asunto relacionado con las elecciones (celebradas dos días antes),
al saber de mi llegada pidió un permiso para venir a verme. Estaba a más de 200
km (de los de aquí, que no miden igual ;-)) y vino la noche anterior. Le llamo
y raudo y veloz viene a recogerme en su moto. Más besos y abrazos. Vamos juntos
a hacer unos cuantos recados mientras arreglamos el mundo hablando de la
situación nacional. A las 13:00 tiene que coger el bus para volver a Fada. Muchas
horas de bus. Un huevo de kilómetros por estar un rato conmigo… Mi buen Georges…
En fin, a partir de ahí… un reencuentro tras otro. En el
hostal no dejan de avisarme: “Madame Rodríguez, vous avez une visite”… Se me
amontona la faena… Me encanta… Como siempre, se va corriendo la voz… “Llanos
está en Ouaga!”. Yo apenas había avisado a un par de amigos…
Ya es un no parar hasta mi venida a Gaoua, hoy mismo, donde
mañana ya empiezo a currar en lo que me trajo aquí…
La situación nacional es complicada. Un año más me alegro de
venir en el momento en que vengo, en un momento en el que el país está en plena
ebullición. Compartir momentos como éstos aquí y con ellos a mí me resulta
apasionante. En dos días que llevo hemos hablado de política hasta la saciedad.
Me encanta escuchar opiniones sobre todo lo que ha pasado en el último año…
Hago un resumen (intento hacerlo breve) para los neófitos.
El 30 de octubre de 2014 hubo una revuelta popular que
provocó que el Presidente (Blais Compaoré) saliera por piernas tras 27 años en
el poder. Llegó a él matando a Thomas Sankara, un líder emblemático y su compañero
desde la infancia que no se amedrentaba ante el “monstruo” occidental. La
historia de Thomas Sankara y su mandato son apasionantes (por lo menos para
mí), pero ésa es otra historia en la que, si me enredo, no acabo. El caso es
que Compaoré lo asesinó en 1987 en un golpe de estado orquestado por el
gobierno francés. Tras 27 años de despropósitos, este buen señor quiso
modificar la Constitución (que limitaba su mandato) para poder ser reelegido y
el pueblo dijo “¡basta!”. El 30/10/14, día que se votaba en la Asamblea
Nacional dicha reforma, los burkinabés salieron en masa a la calle y le pegaron
fuego a la Asamblea y a todo lo que pillaron por medio. Compaoré tuvo que salir
por piernas para no acabar linchado y, para abreviar, diré que en un par de
semanas se formó un Gobierno de transición provisional del que formaban parte
todos los actores sociales (militares, religiosos, sociedad civil, etc.). Como
anécdota diré que hubo un día en el que se llegaron a nombrar hasta 5
Presidentes. Tras ello, y unos meses después, se fijó la fecha de las elecciones
que deberían llevar el país al camino democrático. La fecha elegida fue el
11/10/2015. Pero, ¡¡ay pillines!!! El poder es muy goloso, y hete aquí que el
16/09 un antiguo colaborador de Compaoré da un suicida golpe de estado y se
nombra jefe de todos los jefes de todas las cosas del mundo mundial: “yo ordeno
y mando”. Tiene detrás apoyándole la antigua guardia presidencial, un equipo de
élite dentro del ejército que posee el mayor armamento. Por no liarme demasiado
(que me enredo enseguida, como veis) diré que tras muchos despropósitos por
parte de todos, el golpe de estado no triunfa, pero mantiene en vilo al país
echando un pulso a la legalidad vigente, provocando nuevos muertos y viendo
como los burkinabés dicen NO de nuevo tirándose a la calle y dispuestos a lo que
sea una vez más. Ya dije una vez que aquí lo más que pueden perder es la vida,
y aquí es algo que no vale demasiado, en un país azotado por todo lo azotable.
Su lema: “la patrie ou la mort”.
El caso es que tras unos 10 días de “yuyu” (en los que pasó
de todo), y unos cuantos muertos más, triunfa la cordura, pero esto obliga a
retrasar las elecciones, que finalmente se fijan para el 30/11, un día antes de
mi llegada. Y no, no pienso ni por un momento en cambiar mi billete.
¿Qué ha pasado en las elecciones? Para empezar ha ganado uno
que fue primer ministro con Compaoré (mal). Bien es cierto, que hacía ya un rato
largo que se desligó de él (siendo aún Presidente) por no estar de acuerdo con
el rumbo que tomaba (bien). Pero claro. Unos dicen que en realidad se desligó
de él porque, bajo su mandato, nunca podría llegar a ser Presidente él mismo
(mal). Otros dicen que se desligó de él porque realmente quería darle otro
rumbo al país (bien).
El caso es que ha ganado. El mismo domingo y el lunes,
cuando empieza a conocerse el escrutinio, según todo el mundo me cuenta, el
país está en tensión (y yo tan ricamente en Casablanca haciendo horas) porque
nadie tenía claro que la oposición fuera a aceptar el resultado, y todo el
mundo temía una nueva revuelta. Pero no. Toda la oposición en bloque felicitó
al ganador en una lección de democracia. Bien. Bien por ellos.
¿Cuál es la situación a fecha de hoy? El toque de queda
continúa, aunque me parece un poco bobo porque se restringe de 01:00 a 04:00
AM. Y digo yo: o te pones o no te pones, pero para 3 horas de toque de queda,
pues como que pa qué ¿no? En fin… Por otra parte, el país parece en estado de
sitio. Mucho militar y policía en las calles. Y el viaje desde Ouaga a Gaoua,
inenarrable. Por aquello de la prudencia, me aconsejaban mejor si me iba en coche
particular. En autobús, en condiciones normales, son 6 horas, cosa que he hecho
decenas de veces. Es pesado, muy pesado (calor, polvo, como sardinas en lata,
etc.), pero se hace. Pero la gente me dice, mejor evita el autobús ya que hay
muchos controles. Así que hablo con Bouba (siempre Bouba al rescate en la
situaciones más inverosímiles; si no existiera, habría que inventarlo ;-)) y le
digo “¿puedes venir a por mí?”. Esto significa hacer 500 km hasta Ouaga desde
Gaoua para recogerme y luego 500 de vuelta, claro está (por supuesto, la
gasolina a mi cuenta, faltaría más). Respuesta inmediata: “biensûr ma grande
soeur!!”. Quedamos en que él viene el miércoles a Ouaga y el jueves tempranito
salimos para Gaoua. Pero le surge un problema inesperado familiar y me llama miércoles
por la mañana para decirme que imposible, que trate de coger el bus de las
07:00 AM. del jueves. No problem. Así lo haré. Pero Bouba es mucho Bouba, y a
media tarde del miércoles, casi ya de noche, me llama de nuevo para decirme “je
suis en route!!!”. Un crack. Solucionó lo no solucionable para venir a buscarme
porque tenía “cargo de conciencia”. Qué tío…
Y bien que me ha venido!! El viaje de hoy ha sido
especialmente pesado. Nada que ver con otras veces. Yo no sé la de controles
que henos pasado. Afortunadamente los coches no los paraban, pero sí todos los
autobuses y camiones, y en todos ellos hacían descender a todo el mundo y registros
y zarandajas (se junta el problema político con el del yihadismo que azota la
zona del Sahel, aunque Burkina de momento está supuestamente libre de esta
lacra). El caso es que se formaban unas colas terribles en cada control. Como
digo, a nosotros nos daban paso, pero ha ralentizado el viaje sobremanera, de
manera que nos hemos tirado prácticamente todo el día en la carretera. No
quiero ni pensar las horas que puede haber tardado el autobús.
La situación es complicada dentro de la “estabilidad” que
supone, por fin, la existencia de un gobierno legitimado en las urnas. Pero
demasiado reciente para saber si realmente ha llegado dicha estabilidad.
Los burkinabés quieren mirar con esperanza. La necesitan.
Saben que el nuevo gobierno tendrá mucho trabajo. El tiempo se ha detenido
durante un año (ó 27, según se mire). Nada funciona. Se preguntan por dónde
empezará: ¿la sanidad? ¿la justicia? ¿los ayuntamientos? ¿la educación? ¿el
paro (del 70%)? ¿la corrupción?
Hay quien piensa que va a ser imposible que esto funcione.
Los burkinabés han pasado de una actitud pasiva durante muchos años, a la
opuesta. Ahora están dispuestos a todo, a salir a la calle a la mínima, a decir
NO, lo que, según algun@s va a impedir la marcha normal del gobierno, porque al
mínimo error, puede volver la revolución popular. Hay quien piensa que los
burkinabés no van a tener paciencia para entender que todo esto lleva su tiempo.
Hay quien piensa que nada va a cambiar. Que son los mismos perros
con distinto collar. Hay otros que piensan todo lo contrario, que el nuevo
Gobierno ha tomado buena nota de lo sucedido a Compaoré, de la revolución de
octubre, del golpe de estado de este año y por tanto sabe que tiene que trabajar
duro y bien para que no les suceda lo mismo, y que los burkinabés así lo
entienden y serán pacientes.
Como en todo país, hay una gran diversidad de opiniones y me
encanta escuchar a unos y a otros. La historia
de este país me apasiona. Yo personalmente creo que esto es un polvorín que
cualquier día puede volver a saltar por el aire. Ojalá me equivoque…
Y para acabar, que me lío, me lío y estoy que me caigo de sueño... en lo personal y terrenal, diré que anoche, una vez más, me
reuní con los amigos de Ouaga, la famille, dans le temp… y nos fuimos a “faire
le chaud” a la noche ouagalaise… sin perder de vista la hora del toque de queda…
momento de la retirada.
Hoy en Gaoua, donde mañana ya iré contrarreloj… es como siempre,
como si nunca me hubiera ido, mi casa en el Hala, mis amigos, entrañables,
llenitos de ganas de verme, y yo a ellos... Tertulia hasta hace un rato con
cerveza y risas y con tema protagonista, el de siempre: ¿qué le espera au Faso?
L’histoire dira la suite…
Continuará…
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