viernes, 28 de enero de 2011

ALINIHA

Hola, hola!!!

Aquí sigo, con mis cosas y perfectamente integrada.

Hoy quiero hablar de ”Aliniha”.

ALINIHA es el nombre de una asociación a tres países: Senegal, Mali y Burkina Faso. La APFG (Asociación con la que trabajo) es quien lleva la parte correspondiente de Burkina. Como sabéis, la APFG es una asociación de mujeres y para mujeres, cuyo objetivo principal es el desarrollo educativo, cultural, económico y social de la mujer. Senegal se hace cargo del área de medioambiente, y Mali del microcrédito. Los tres países colaboran juntos para darse soporte mutuo en su área de especialización. Se reúnen cada tres meses en uno de los 3 países, y yo he tenido la suerte de coincidir en fechas en que se han reunido aquí, en Gaoua, estos días de atrás, desde el miércoles 19 hasta el lunes 24. Han venido las comisiones de Senegal y Mali y han sido días de mucho trabajo.

Cada día se reunían por áreas de trabajo miembros de los 3 países. Yo estaba invitada a asistir a la comisión que quisiera, mañana y/o tarde. Han sido días muy intensos y, sobre todo, muy interesantes. De la mañana a la puesta de sol, con descanso para comer. Conocer a tanta gente diversa ha sido muy enriquecedor, compartir experiencias, tertulias, sobremesas, todo…  El buen rollo se respiraba por todas partes, el afán de trabajo y de superación.

También asistían a las reuniones tres miembros de una Fundación belga, que financia parte del proyecto y que, asimismo, asesora en metodología de trabajo.

El domingo por la tarde fue la reunión final de todos los miembros para hablar de las conclusiones de cada comisión y para marcar los pasos para los siguientes tres meses, hasta abril, momento que se reunirán todos de nuevo, esta vez en Dakar (Senegal).

Han sido jornadas muy largas de trabajo, pero estoy muy contenta de haber podido asistir y conocerlo desde dentro. Ini Damien (la Presidenta de la APFG) me había hablado mucho de Aliniha desde que la conozco, en 2008, pero poder asistir a sus reuniones ha sido un privilegio.

Por supuesto también hubo ocasión para el ocio, y tanto el sábado como el domingo por la tarde/noche hubo bailoteo, risas y diversión compartida, y una vez más quedó claro que los/as africanos/as son los reyes del ritmo. ¡Qué caña! Pero ojo, que yo no me quedé atrás y varios miembros de Aliniha me preguntaron si había aprendido a bailar en Senegal. ¡Ja! No he pisado Senegal en mi vida (por el momento ;-)) Pero si hay que seguir el ritmo ¡se sigue!

Total, que el lunes partió toda la comitiva y volvimos al día a día.

Yo me he tenido que venir a Ouaga de nuevo por unos días ya que Justin me llamó desde aquí para decirme que ayer íbamos a Yako a llevar todo el material médico que trajimos entre Amparo, Fernanda y yo, que aún estaba pendiente de entrega; las “autoridades” querían que la blanca fuera al acto, así que ayer fui con él hasta el Hospital de Yako (a unos 110 km. de Ouaga) donde hicimos entrega de todo, incluido lo correspondiente al dispensario de Arbollé y de Ouissiga. Aprovechamos para visitar una vez más el hospital, y tomar muchas fotos de todo.

El hospital de Yako fue construido por los franceses en la etapa de la colonización, y está que se cae. Apenas hay tres médicos para todo el hospital (es capital de comarca) y el estado de las instalaciones es lamentable. Tiene estropeado mucho del material necesario para ejercer la medicina en condiciones (por ejemplo, el aparato para centrifugar la sangre antes de una transfusión, o los apartaos de radiología). Quedaron muy agradecidos con la entrega de todo el material y me he traído una lista de necesidades básicas para el hospital con la esperanza de que podamos conseguirlo y llevarlo. Son pocas cosas, pero muy caras. Cuando vuelva a España veré la manera de intentar buscar ayuda para ello. Ya veremos.

Aprovecho también que estoy en Ouaga para renovar mi visado. Lo hice para 90 días y los voy a superar, así que no me queda otra que renovarlo. He ido ya dos días a intentarlo, y de momento sin éxito por causas diversas. CCA! (c’est ça l’Afrique!!). Quería volver el domingo a Gaoua, pero me toca esperar al miércoles por culpa de esto. C’est comme ça!

En otro orden de cosas, y cambiando de tema, ¡hay que ver qué corto es el “invierno” aquí! Desde finales de diciembre y durante un par de semanas de enero hemos tenido días “frescos”. Esto quiere decir que las noches eran frías (bajando hasta los 12 grados) y los días eran semi-calurosos. Nada que ver con los calores de las semanas previas de 40 grados. Digamos que se estaba bien en manga corta durante el día, con bastante calorcito, pero no pasábamos de los 28 ó 29 grados en las horas centrales del día. Vamos, calor “moderado” para lo que es esto. Pero un día, así, de pronto, digo: “uy, parece que hoy vuelve a hacer calor”, y efectivamente, se acabó el frío, así de una día para otro. Impresionante. Los días  vuelven a ser de más de 40 grados, con un calor asfixiante, y las noches son calurosas. Hay días en que a las 9 de la noche superamos los 30 grados. Yo no doy crédito a estos giros tan bruscos, pero por lo que comentan, es normal, aunque más acusado desde hace unos años (aquí también llega el cambio climático). En cualquier caso, lo peor no lo voy a ver. En abril (mes más caluroso del año aquí) alcanzan algunos días los 55 grados. Ufff… Me considero incapaz de soportarlo. No me explico cómo sobreviven a esas temperaturas.

Y los mosquitos, ¡arghhhh….!!! Si no he cogido la malaria en estos días es que estoy inmunizada. No sé por qué, llevamos varios días con una cantidad brutal de mosquitos. En tres días se me han merendado completamente. El otro día cambié de hostal porque estuve en uno que no conocía (más barato que el habitual –aquí dormir no es nada barato-), salvo de oídas, sin mosquitera y pasé una noche que no se la deseo a nadie. Por la mañana cogí el montante y me vine a otro, también baratito y muy muy modesto, con toilettes comunes, pero ¡¡con mosquitera en la cama!!!

También estoy contenta porque mi francés ha mejorado ostensiblemente. En las reuniones de Aliniha me enteraba prácticamente de todo, entiendo cada vez más y no tengo ningún tipo de problema para hablar con nadie con soltura (aunque a veces me bloqueo con alguna frase :P). Aunque he de decir que me sigue pasando que, estando por ejemplo con amigos, de repente se me escapa una parrafada completa en castellano, y cuando ponen cara de haba es cuando me doy cuenta, y me da la risa.

En fin amigos/as, puedo deciros que sigo perfectamente de salud, que aquí (tanto en Ouaga como en Gaoua) la gente me cuida mucho y están pendientes de mí, y en ningún momento me encuentro sola. Tengo muchos/as y buenos/as amigos/as, y como dije hace un par de posts… Pasa la vida…

¡!!Os quiero!!!

À la prochaine,
Llanos.

lunes, 17 de enero de 2011

De sentimientos...


Hola de nuevo a todos/as mis sufridos/as lectores/as. Hace tiempo que no escribo, pero tengo mucho que contar o expresar…

La última vez que escribí os hablé de mi día a día aquí, de cómo pasa la vida. A veces tengo la sensación de haber estado aquí siempre, que llevo toda una vida aquí. A veces pienso que es aquí donde me gustaría terminarla.

Aquí yo soy, sin ningún lugar a dudas, una privilegiada. Tengo dinero para comer cada día, para dormir a cubierto, para comprarme telas y hacerme bonitos vestidos, para pagar el hospital, el médico y los productos farmacéuticos cuando lo necesito, sabiendo que si hay un problema puedo coger tranquilamente el avión y volver a mi país dejando atrás las dificultades de este país. Yo puedo hacerlo. Ellos/as no. Y no es que quieran, por lo menos la mayoría (sólo me he topado con un par de personas que sueñan con emigrar a Europa), pero sus vidas aquí no son ni mucho menos fáciles.

Aquí he aprendido que se puede vivir sin lavadora (llevo mes y medio haciéndome la colada a mano), que no siempre hay un baño cuando lo necesitas (te buscas la vida como puedes o sin poder), que las letrinas comunitarias –con lo que eso supone en un país sin medios- son el día a día de mucha gente, y a veces yo también he tenido que usarlas, que el agua caliente, por supuesto, es un lujo que no puedes soñar ni de lejos, que el acceso al agua potable es un privilegio de las ciudades (hablo de agua potable para ellos, porque a los/as blanquitos/as de cara no nos queda otra que comprar agua embotellada para beber si no queremos desfallecer de la diarrea; su agua potable no es potable para nosotros/as); en las zonas rurales frecuentemente hay que hacer muchos kilómetros a pie hasta el pozo más cercano con agua apta para el consumo, cargando con ella en la cabeza, o cargando centenas de litros (lo que supone kilos) en bicicletas, a veces conducidas por niños que no pasan de los 8 ó 9 años.

Como ya he comentado en alguna ocasión, Burkina Faso se encuentra entre los 5 países más pobres del planeta. En las zonas rurales, escolarizar a un niño durante nueve meses cuesta unos 3000 CFAs (unos 5 euros al cambio), y hay muchísimas familias que no pueden enviar a sus hijos/as a la escuela. Con esos 3000 CFAs tiene que comer, vestir, etc. Una consulta médica cuesta otros 3000 CFAs, con lo que no todo el mundo puede ir al médico o al hospital cuando lo necesitan.

La única ayuda estatal que hay para acceder a la escolarización son 1000 CFAs al año si se escolariza a una niña. Dado que no es fácil enviar a todos/as los/as hijos/as al colegio (y hay que tener en cuenta que el número medio de hijos/as es de 6,5), las familias que pueden enviar a alguien envían a los niños, quedando las niñas sin alfabetizar, de ahí la ayuda estatal en caso de escolarización de una niña, para favorecer que este colectivo no siga discriminado.

La malaria (o paludismo) la sufren todos los habitantes del país a una media de una vez al año. Afortunadamente los medicamentos necesarios (tres pastillas en tres días) no son “muy caros”. “Sólo” cuestan 500 CFAs. La gente de las ciudades puede pagarlos sin problemas, pero en el campo es más complicado. De todos modos, casi nadie va al médico por una malaria. Todo el mundo reconoce los síntomas y  compran la medicación para tomarlos. También así se ahorran los 3000 CFAs de la consulta más los 2000 CFAs de la prueba sanguínea que la diagnostica, una auténtica fortuna.

El título de este post dice “De sentimientos”, porque es lo que te remueve África en el día a día, en lo cotidiano, en lo que para nosotros/as puede radicar lo “exótico”. Como ya he dicho muchas veces, es muy difícil explicar cómo es África sin verlo. Podemos mostrar fotos de las realidades más duras, pero precisamente son esas fotos las que nunca hacemos, por respeto, porque no aspiramos a un Premio Pulitzer y porque fotografiar la miseria es como restar dignidad a las personas que la sufren; no sé si me explico.

Como dije en el anterior post, hace dos fines de semana Fernanda, Amparo y yo nos fuimos a Bobo-Diulaso. Salimos temprano el sábado por la mañana para volver el domingo. Es un viaje pesado, de tres horas, en autobús. Los autobuses de aquí son como los nuestros de los años 60 ó 70 (de hecho “son” los nuestros de los años 60 ó 70). Llegamos sin novedad y pasamos un buen fin de semana. Bobo es al segunda ciudad grande de Burkina. Es la capital financiera. Es muy diferente a Ouaga. Es una ciudad más bonita, con más árboles por las calles y probablemente con más calles asfaltadas, aunque el polvo rojo del ambiente sigue también presente en todas partes. A veces se tiene la sensación de que falta el aire. Vimos la gran mezquita, el “vieux quartier” (muy interesante, dionde esa tarde se celebraba un bautizo y centenares de mujjeres vestidas con sus mejores galas, asistían a un baile en la calle, al que nos sumamos), el mercado, etc. El auberge era un hostalito muy modesto, pero cómodo.

El mercado es muy bonito, pero como todo comercio en Burkina, es curioso en una cosa común a todos ellos: todo el mundo vende, pero es muy raro ver a nadie que compre. Claro, no hay dinero para comprar, pero a nosotras nos surgen las preguntas ¿cómo sobreviven estos negocios? ¿y sus propietarios? Hay tiendas de telas alucinantes de colorido. Claro, todo el mundo te quiere vender y que veas su “parada”, con la esperanza de que las blancas compren algo y dejen algún dinero. En concreto una de nosotras compró unos zapatos. El regateo es la forma de no pagar un precio abusivo por un producto. Ellos piden la luna en su precio y sólo se debe regatear si hay una intención clara de comprar. Por ejemplo yo regateé por una de mis amigas el precio de los zapatos. Comenzaron pidiendo 15.000 CFAs (se trataba de unos zapatos con las letras de D&G de plástico completamente). Ellos te dicen que son de marca, pero es evidente que no lo son. Yo parto ofreciendo 1000 CFAs. Al final pagamos 3.500. Es sólo un ejemplo. No se trata de que quieran robar, pero necesitan sobrevivir y, como he dicho, no hay compradores burkinabes (o muy pocos), así que tratan de sacar el máximo cuando ven un turista. Es normal. Su vida es dura y no deben de perder una venta. A poco que ganen, van a vender. Si tras regatear no te lo venden, es que efectivamente no ganan nada con lo que tú les ofreces. En concreto, el vendedor de zapatos, tras decirnos que no podían vender por los 3500 que ofrecíamos y ver que nos marchábamos, nos dejó alejarnos, y al ver que no volvíamos para incrementar el precio y pagar, nos buscó y nos los dio por el precio que ofrecíamos. Así funcionan aquí las cosas.

No sé si he hablado ya en algún post de “los niños del bote”. Por todas partes, en todas las ciudades hay montones de niños con una lata metálica,  a la que se une un cordel en dos puntos de la misma, y la cuelgan como si fuera un bolso. Es para pedir. Los hay a cientos por todas partes. Todos piden, especialmente a los blancos (es normal). A algunos les hemos dado algunas monedas, pero es difícil darles a todos; también es difícil cortarse y no darles una moneda de 500 CFAs, por ejemplo. Me resulta difícil explicarlo. Las veces que hemos dado una moneda ha sido de 50 ó 100 CFAs. Dar más a nosotras no nos supone nada, pero a  veces creo que es un error, que no debemos ir de “sobraos/as”, que no podemos hacerles creer que los/as blancos/as todo lo podemos, que no podemos salvar el mundo.

Otra cosa tremendamente dura que hemos vivido en más de una ocasión es estar comiendo en cualquier maquis (un maquis es una especie de “bar”, o  medio kiosco en mitad de la calle, con cuatro tableros donde cocinan lo que tengan en ese momento y ahí te lo comes) y al finalizar, mientras durante toda la comida has estado siendo observada por los críos de la lata, ellos se acercan y te preguntan si se pueden quedar con los huesos que nosotras hemos dejado. Decirles que sí, y lanzarse sobre ellos a devorarlos. A veces te invade un sentimiento de “culpabilidad” porque tú estás ahí tranquilamente comiendo pollo y bebiéndote una cerveza, mientras unos niños están esperando para comerse tus sobras. Es muy duro, pero se ve a diario. Tienes que hacer de tripas corazón para que eso no te afecte más de lo necesario.

Por ejemplo, cuando estaba yo sola en Gaoua, algunas tardes iba a un maquis a tomarme una cerveza tranquilamente. Dejé de ir porque mientras tomaba mi cerveza, una mujer con su crío, una tarde se me acercó a pedirme algo porque no había comido desde hacía dos días. Algo le di, y al día siguiente sucedió lo mismo, y al otro, la misma señora. No es que me molestara, no es eso, es que te crea una impotencia y un sentimiento de culpa del que luego es difícil desprenderse. Yo no puedo “salvarla”, pero me resultaba  como “insultante” hacia ella ir allí todos los días a tomarme una cerveza en sus narices, sabiendo que ella probablemente no había comido (ella, o su bebé), y que con lo que cuesta una cerveza tiene dos platos de arroz.

Otra imagen es la de los incapacitados, de los que ya he hablado en alguna ocasión. Algunos, los más afortunados, van en silla de ruedas, pero muchísimos de ellos, que no pueden andar, se arrastran (literalmente) por el suelo, con los codos, empujando una lata con al esperanza de que alguien les eche una moneda.

Y luego están los llamados “locos”. Gente desarrapada a la que se le ha ido la cabeza por una razón u otra. Deambulan solos en las calles, hablan solos, mujeres u hombres, desnudos/as unas veces, con harapos, otras. Alguna vez he preguntado quién se hace cargo de ellos/as. La respuesta es “nadie”. Sus familias no les pueden atender y acaban en la calle. Me dicen que mejor no acercarse porque alguno puede ser peligroso. Peligrosos o no, son la viva imagen del desamparo.

Otra de las cosas que me producen extraños sentimientos son las pocas mujeres que he visto con burka. Burkina no es un país musulmán, pero también los hay. Afortunadamente la mayoría de ellos son superrespetuosos con todo, pero visto lo visto parece que también los hay radicales. En Gaoua hay dos, que yo sepa. Cuando una vez vi a una de ellas, me impactó muchísimos. Un burka negro, de pies a cabeza, ojos tras la rejilla e incluso calcetines con las chanclas. Ni un solo milímetro de su cuerpo a la vista. Otro día vi a otra, pero claro, no puedo saber si es la misma u otra, hasta que ayer las vi juntas y supe que eran dos distintas. En uno de mis viajes de Ouaga a Gaoua en autobús, en una ocasión llevé a una sentada al lado bastantes kilómetros; una mujer alegre y simpática que se reía de todo. Yo me preguntaba si es compatible una cosa con la otra.

Y los viajes en autobús... Dependiendo del día en el que viajes has de estar con más o menos antelación en la estación para coger el autobús. Si es un domingo por la tarde, prepárate para luchar con uñas y dientes por un asiento (aunque ya hayas comprado tu billete el día de antes). En una ocasión, en una parad intermedia del camino subieron unas señoras con sendos críos atados a la espalda y otros de la mano. No había dónde sentarse, así que ofrecí mi asiento a una de ellas para que por lo menos pudiera sentarse con su bebé. Unos asientos más allá en la fila de tres asientos viajaba una madre con su bebé en uno de los asientos, al lado su hija, de unos 7 años, y a la derecha un señor gordo, gordo. Me ofrecieron el sitio de la niña y ya viajé con ella en brazos el resto del viaje (varias horas), con el señor gordo invadiendo nuestro asiento, y aún así me quedé frita algún rato que otro. Como diría un buen amigo burkinabe, CCA! (C’est ça l’Afrique!).

Luego también escuchamos las noticias que llegan del país vecino, de Costa de Marfil, donde ya hay una guerra “encubierta”, con revueltas y asesinatos todos los días. Miles de desplazados a Liberia… Gaoua está a apenas unos 50 km. de la frontera con Costa de Marfil, pero de momento aquí no llegan los refugiados. No sabemos qué pasará, pero resulta tremendamente triste escuchar las noticias que nos llegan.

Todos estas historias te dejan más o menos “touché”, pero claro, como en toda historia, cuanta mayor es la cercanía, más te afecta.

Voy a contar una historia. Es la historia de Yeri.

Por razones relacionadas con uno de los proyectos, nos interesaba contactar con una mujer de la asociación, que vive a unos 40 km. de Gaoua, en Loropeni. Una de las mañanas que yo me quedé currando, Fernanda y Amparo fueron a ver si la encontraban, y la encontraron. El motivo de la búsqueda resultó infructuoso por razones que no vienen al caso. Pero la encontraron, su nombre es Butiana. Tenía con ella a un bebé, una niña de un mes llamada Yeri, cuya madre, hermana de Butiana, murió 10 días después del parto (de eso hacía unas tres semanas). Yo no vi a la niña, pero se hicieron fotos con ella: era la imagen de la desnutrición más absoluta. Volvieron impactadas y con la certeza de que esa niña no iba a lograr sobrevivir porque su familia no tiene medios para llevarla al hospital y ser atendida ante su desnutrición . Muy triste. En  nuestro viaje a Bobo, una de mis dos amigas (no digo su nombre porque no tengo su permiso) decidió que iba a ayudarla. Cuando volvimos el domingo por la noche estaba decidido. El lunes por la mañana vivimos a la Asociación buscamos a Ini (la Presidenta) para ver cómo contactar con Butiana y hacer que trajera a la niña al hospital de Gaoua. Pensamos en ir a buscarla a Loropeni, pero Ini tenía su teléfono. La llamó y resultó que ya la había traído al hospital, a Gaoua. Con el único dinero que tenían para muchos días, Butiana había traído a Yeri al hospital la noche anterior. Fuimos a verlas rápidamente y le explicamos lo que mi amiga había decidido: no escatimar en gastos, ella se hacía cargo de la hospitalización, los medicamentos, todo. No olvidéis que TODO se paga. Un día de hospital cuesta unos 8000 CFAs (la cama), si necesitan unos guantes estériles, hay que comprarlos, si necesitan una jeringuilla, hay que comprarla, la comida hay que pagarla, las radiografías, los análisis, el suero, TODO. Butiana nos mostró los medicamentos que la niña necesitaba y fuimos a buscarlos. A la niña, a Yeri, le habían puesto de todo, suero, alimentación, etc. Y nos dio mucha alegría ver que su carita ya no era la misma, era evidente que en unas pocas horas había ganado algo de peso. Tras ello fuimos a comprar algo de comer para Butiana y su hermana, ambas permanecían con la niña y no tenían nada para comer ni con qué comprarlo.

Cuando hablo del hospital, no os podéis hacer una idea de lo que se trata. Como decía más arriba, no aspiramos a un Pulitzer y no nos pareció oportuno lo más mínimo hacer fotografías, aunque somos conscientes de que es la única manera de mostrar lo que es un hospital aquí. No voy a describirlo porque no tiene mucho sentido, pero sólo asomarte a una habitación crea una desazón difícil de explicar. La suciedad, la falta de medios, lo más precario, lo más triste. Y estamos hablando de hospital de Gaoua, todo un "lujo" en sanidad.

El caso es que quedamos en pasar al día siguiente a ver a la niña. Pero al día siguiente (eso fue el martes pasado), Fernanda y yo estuvimos muy malitas, especialmente Fernanda, con vómitos, fiebre alta y diarrea. Tuvimos que ir al hospital a que vieran a Fernanda, a quien le hicieron la prueba de la malaria, resultando negativa afortunadamente, pero claro, ni ella ni yo nos atrevimos a acercarnos a Yeri porque no sabíamos si podríamos tener alguna infección que pudiéramos pasarle, así que sólo Amparo se acercó a verla y ayudó a que le hicieran unas radiografías. La niña estaba aparentemente mejor. Todas estábamos convencidas de que Yeri saldría adelante. ¡No podía ser de otro modo! De nuevo quedamos en verla al día siguiente, pero el martes por la noche, a eso de las 23:30, cuando ya dormíamos, recibimos una llamada de Butiana: “Yeri est décedée”. Nos quedamos mudas. No podíamos ir al hospital de noche a esas horas y le dijimos que a primera hora estaríamos allí. Llegamos al hospital el miércoles a primera hora sin saber muy bien si aún estarían allí (aunque en realidad no tenían medios para volverse a Loropeni) o qué debíamos hacer. Llegamos y nos encontramos a Butiana deshecha en lágrimas, junto a la cama con el cuerpo del bebé envuelto en una manta que el día anterior le habíamos dado para abrigarse, y junto a su otra hermana. Nos abrazamos todas abrumadas por la tristeza. Nos dijo que era preciso enterrar a Yeri allí mismo y volver a Loropeni. Las acompañamos para enterrar al bebé. También vino Ini, a quien llamamos. Lo más triste ya había sucedido, que era la muerte de la pequeña por pura desnutrición, pero coger el cuerpo de la niña, ir a un descampado cercano, cavar un hoyo y enterrar el cuerpo así, sin más, entre la maleza, entre los animales más diversos, tampoco ayudó mucho a los ánimos. Butiana y su hermana no pudieron presenciar el entierro y se alejaron llorando. Nos quedamos las tres allí, con Ini, hasta que el chico terminó de cerrar el hoyo y nos fuimos. Tras ello llevamos a Butiana y a su hermana a Loropeni con nuestro coche prestado, a unos 40 km. Allí nos reunió con su familia para que nos dieran las gracias. No lo necesitábamos, pero fueron momentos entrañables.

Esta es una de las experiencias más duras que he vivido aquí, ver morir de hambre a una niña, y quería contarla.

Es sólo un ejemplo, porque la historia de Yeri es la historia cotidiana de muchos/as niños y niñas que mueren cada día por falta de medios, bien alimentarios, bien sanitarios.

Con todo y con eso, África, como ya he dicho tantas veces, atrapa. Lo que me aporta no puede definirse. La solidaridad no es la que traen/traemos los/as blancos/as, no; la SOLIDARIDAD (con mayúsculas) es la que ejercen ellos/as con ellos/as mismas, que TODO lo comparten lo que tienen y lo que no. Tenemos mucho que aprender de esta gente, y hay un largo camino que recorrer…

Amparo y Fernanda ya se han marchado y yo estoy de nuevo aquí “sola”, y lo entrecomillo porque aquí estoy como en casa, aunque echo mucho de menos a los míos.

¡Ah!! Y que estoy muy bien de salud y de todo :-), que se me olvidaba.

En fin, gracias por leerme. Continuará…


jueves, 6 de enero de 2011

Pasa la vida...



Hola hola a tout le monde!!!

Aquí estoy de nuevo en Gaoua, donde he retomado el trabajo.

Tras las aventuras con elefantes, caimanes y demás “bichos” africanos,  mi vida ha sido más apacible :-)

Volvimos de Nazinga (el parque natural) de cara a la Nochevieja. Una vez más, en esta noche tan señalada, nuestros amigos no nos dejaron tiempo para el aburrimiento o la nostalgia. Siempre pendientes de nosotras.

Llamé a mi familia cuando allí cambiábais de año (aquí entramos en el año una hora más tarde que vosotros/as) y, bueno, se me escapó alguna lagrimita (es ya mucho tiempo lejos de casa y de los míos), pero bueno, entra dentro del guión, así que, tras ello, y con nuestras mejores galas africanas, estuvimos cenando en casa de unos familiares de uno de nuestros amigos, después en otra (sí, cené dos veces ;-)) y el cambio de año nos pilló entre la salsa de cacahuete y el poulet. Besos y abrazos por todas partes y todos nos deseamos santé, longevité, prosperité, paix, amour, etc. Y bueno, luego hicimos lo que casi todo el mundo, me imagino, que fue irnos a bailar hasta la madrugada. Todo Ouaga estaba de fiesta. Lo pasamos muy bien.

Al día siguiente pasaba como en España ¡¡todo cerrado!! No encontrábamos donde comer nada, todos los maquis cerrados, nada en la calle. Oh la la!! Tenemos hambre!! Finalmente acabamos comiendo en casa de la familia de nuestros amigos J. Fantástica gente.

Ya por la noche fuimos a esperar a Amparo al aeropuerto. La recogimos, cenamos, hablamos mucho y a dormir. Al día siguiente Fernanda y yo nos veníamos de nuevo a Gaoua, ya que yo comenzaba de nuevo a trabajar.

Y así fue, el domingo, Fernanda y yo cogíamos el autobús de línea hacia Gaoua, tras pelear con uñas y dientes por un par de plazas en el mismo. Al final conseguimos dos asientos y tras 7 horas de viaje llegábamos de nuevo a Gaoua. Amparo se quedaba dos días más en Ouaga para hacer algunas cosas.

Y ¡oh sorpresa!! El lunes era fiesta en Burkina, así que no trabajé. Como me dieron la moto de nuevo (¡¡mi burra!!), aproveché para enseñarle un poco la ciudad a Fernanda. Estuvimos todo el día “de tranquis” paseando, etc.

El martes comencé el trabajo de nuevo. 12 alumnas para Excel básico. Una caña. Mi garganta, que estaba en proceso de recuperación, ha cascado de nuevo y ahí estoy a ver si no hay que amputar ;-)

Amparo llegó aquí a Gaoua el martes a mediodía y ¡¡oh la lá!! En el hotel me dijeron que, como éramos tres, me dejaban un coche!! Wow!! Me dieron un Vitara de hace unos 20 años calculo. Juas! Una caña, ya sabéis, dirección “insistida”, los frenos, a los que hay que pedirles por favor por favor que frenen, etc., pero de lujo. Así que una nueva experiencia: ¡conductora en África!

Estos dos días, mientras yo estoy en la APFG, Fernanda y Amparo están saliendo con otras mujeres a la “brousse”, bien para ver centros de alfabetización (como yo estuve visitando mis dos primeras semanas aquí) o bien para ver los viveros o los microcréditos, así que tampoco se aburren.

Por las tardes, cuando yo acabo de trabajar nos vamos a tomar una cerveza y ¡¡bailar!! Siempre encontramos un sitio u otro donde echar unos bailes antes de cenar. Luego caemos rendidas por la noche.

El otro día cenamos con Ini, la Presidenta de la APFG y estuvimos hablando largo y tendido de todos los proyectos que tenemos en marcha y de todo lo que se puede hacer ¡que es mucho! ¡Manos a la obra!

Este fin de semana queremos irnos a ver Bobo, segunda ciudad importante de Burkina, que está a unos 120 km. de aquí. En principio allí iba a estar también nuestro buen amigo Justin (del que ya he hablado otras veces, con quien fui a Arbollé, y “nuestro hombre” en Burkina  para el tema de los medicamentos y el material sanitario que traemos), pero hoy hemos sabido que no podrá ir. Él es exportador de chufa y la cosecha la tiene en Bobo. En estos días iba a enviar su contenedor a Europa a través del puerto de Abdiján (capital de Costa de Marfil), pero dada la situación del país vecino, no puede enviarlo. Si estáis al tanto de la situación, tras las elecciones del pasado 28/11 en Costa de Marfil, el país está al borde de la guerra civil, otra vez (la última acabó en 2007), con muertos todos los días, revueltas y una situación alarmante.
Total, que el puerto está cerrado y la situación comercial del país está bloqueada.

Os cuento todo esto porque forma parte también del día a día aquí, en esta parte del mundo.

Fernanda ya está, a falta de una semana para que regrese a España, llorando por las esquinas porque no quiere volver (una más enganchada al continente negro). A Amparo le quedan dos semanas aún. Yo seguiré aquí con el trabajo.

Aquí he aprendido que hay dos días en el calendario que no existen: ayer y mañana.

No me queda mucho más que contar por el momento. Sólo me queda advertiros de una cosa: ¡cuidado con lo que soñáis!! Cualquier día puede hacerse realidad y luego cuesta mucho despertar…

¡Os quiero!

Continuará…