domingo, 21 de diciembre de 2014

Oración, despedida... y cierre (de momento)

Mucho tiempo ha pasado desde mi última entrada.

Quedó atrás Burkina, hace mucho, mucho tiempo, tanto que parece que fue ayer. ¿Paradoja? Eso es la vida, pura paradoja.

Me parece que hace un siglo que partí de Gaoua, y de Ouaga. Que hace mucho que dejé atrás la macabra historia de los niños que trabajan en las minas de oro, que abandonan el colegio buscando “El Dorado”, porque, en el colegio no van a ganar “à manger”. Hace tiempo que conocía la historia de los niños mineros, pero esta vez tuve ¿la suerte? de verlo con mis propios ojos.

Uno de los directores de escuela donde tenemos niños escolarizados está desesperado por esta situación. Sus escasas aulas cada día están más vacías porque unas de las “ciudades del oro” (así las llaman) se ha asentado muy cerca de su escuela.

Las ciudades del oro no son más que asentamientos temporales para explotar un posible filón de oro. Toda una “ciudad” crece alrededor de estas minas, tiendas, pesudoescuelas, prostitución, negocios de todo tipo que de un día para otro se mueven a otro lugar. Cuando fui a ver una de ellas no daba crédito a lo que veía. Me lo habían contado, sí. Había visto reportajes sobre ello en internet, sí, pero verlo, como tantas cosas, transforma tu realidad. Vi los agujeros “artesanales” por los que se deslizan a diario los niños mineros, agujeros hechos de cualquier manera que se derrumban con soplar. Críos que pasan jornadas de hasta 12 horas dentr4o de esos agujeros del infierno en busca de un poco de polvo de oro. A veces, como ellos mismos dicen, tienen suerte y encuentran algo, otras, muchas de ellas, no encuentran nada, pero tienen que seguir buscando. Y de esta manera, las escuelas cercanas a estas ciudades nómadas, se van quedando sin escolares… Sí, también esto forma parte de la vida cotidiana en Burkina Faso, también tratamos, en la medida de nuestras posibilidades, de luchar contra ello... Una carrera contra el hambre…

También quedó atrás el levantamiento popular que acabó con el poder de Blaise Compaoré, o eso parece, porque hay quien dice que es él mismo quien está moviendo los hilos del nuevo Gobierno Provisional desde el exilio. No sé si es cierto o no, pero tampoco me extrañaría.

El nuevo Gobierno provisional ha anunciado medidas largamente esperadas por los burkinabés, como el inicio de la investigación del asesinato de Tomas Sankara el 17 de octubre de 1987, a manos de los hombres de compañero de revolución y amigo de la infancia Compaoré que le llevó al poder. Michos de vosotros supongo que no habréis oído hablar de Thomas Sankara, con una historia tan corta como apasionante. Hace años que conozco su historia y me conmueve, pero en estos días he terminado de leer el libro que me traje de España “El caso Sankara”, de Antonio Lozano, que ha hecho gritar a mis entrañas. El libro desvela toda la trama política que acabó con su asesinato, tráfico de armas, guerras espeluznantes en países vecinos en las que mandan los niños, comercio de oro, con el Gobierno francés como protagonista de las tropelías más aberrantes y acabando con la vida de Sankara, que nunca quiso entrar en su juego.

Me pongo a hablar de Sankara y me enredo. Me apasiona. El caso es que su asesinato, por su supuesto, nunca fue investigado. El día de su muerte, Compaoré se proclamó Presidente hasta que el pasado 30 de octubre, día que tuvo que salir por piernas tras su pretensión de cambiar en su favor la Constitución en la Asamblea Nacional, historia que ya he contado.

Ahora el nuevo Gobierno Provisiona promete iniciar la investigación y buscar justicia para Sankara. Veremos. También ha prometido iniciar la investigación del asesinato del periodista Norbet Zongo tras ponerse a investigar los supuestos sacrificios humanos (macabras ceremonias en las que se sacrifica a personas en busca de la fortuna) a manos del hermano de François Compaoré, también entonces en el poder junto a Blaise. Fue asesinado tras anunciar que iba a revelar toda la historia con todas las pruebas que había reunido en su investigación. Por supuesto, tampoco se investigó jamás.

En cualquier caso, el país continúa más o menos tranquilo, en espera de las próximas elecciones democráticas para noviembre de 2015, en las que no se podrá presentar ningún candidato que este formando parte actualmente del gobierno provisional. Yo soy muy escéptica en este sentido. No creo que los militares quieran dejar el poder tan fácilmente tras haberlo catado, por mucho que hayan firmado la carta del acuerdo. Al tiempo.

No hablaré aquí de la marcha de nuestros proyectos con CIM. Quiero hacerlo bien y con tiempo, pero me fui de allí muy contenta con la marcha de los mismos. Tenemos 140 niños escolarizados en diferentes escuelas, 5 huertos escolares en marcha que dan de comer a los críos y sirven de punto de atracción para que otros críos vayan al cole (la posibilidad de comer) y que además dejan algún beneficio con la venta de excedentes en los mercados, con los que poder comprar el arroz básico en la alimentación de los escolares, arroz que el gobierno no provee más que un trimestre al año a cada escuela. Estamos ayudando también a algunas escuelas en la mejora de las instalaciones, placas solares, material y algunas infraestructuras básicas que el gobierno ignora. Y tenemos nuevos proyectos de los que ya hablaré, para lo que necesitamos nuevos e importantes fondos. Buscaremos debajo de las piedras si es necesario para seguir trabajando por la educación, la única herramienta que forma personas libres y críticas. Es nuestro objetivo.

Y bueno, un buen día cambié de país y me fui al país de la Teranga (hospitalidad en wolof, lengua local de Senegal), donde he permanecido hasta esta mañana.

Me hubiera gustado escribir desde allí, pero el día a día pasa rápido y yo no he parado un momento. Montones de amigos que forman parte de mi familia desde hace tiempo… montones de cosas y de nuevas vivencias.

Llegué a Dakar, a “mi casa” de Dakar, en Camberène II, el 3 de diciembre, donde de nuevo me recibieron con los brazos abiertos. Je suis chez moi. Pasé días de aquí para allá viendo amigos, paseando “à l’ais” y oliendo África, otra parte de África, que nada tiene que ver con Burkina, nada.

Sin descanso día tras día. El día 9 partí a Touba, la ciudad sagrada de Senegal. La segunda meca para los mourits, donde el día 11 se celebraba el Gran Magal, la fiesta que conmemora el regreso de Serigne Tuba (Cheikh Ahmadou Bamba) tras su exilio. Fue el fundador de la ciudad. Touba es como un país distinto dentro de Senegal. Es una ciudad con sus propias leyes y sus propias maneras de hacer. Está prohibido el alcohol en toda la ciudad, así como fumar. Casi nadie habla francés. Uno de sus pilares es renegar de todo aquello que supuso la colonización, y el idioma forma parte de ello. Sólo hablan wolof y árabe. La parte que menos me mola de todo ello es que, como consecuencia de ello, no hay escuelas en la ciudad, sólo las coránicas, pero eso es otra historia.

Conocí Touba el año pasado, pero no era el Magal. Fui a casa de la familia de una amiga y vino también su hermana, que habla francés, para que nos hiciera de intérprete, sino, era complicado. Este año ha sido muy diferente. Tuba está a 180 kilómetros de Dakar. Lo que normalmente es un viaje de un par de horas, para nosotras se convirtió en un viaje de 9 horas. Casi 3 millones de personas acuden a Touba para el Gran Magal. Nosotras fuimos dos días antes y lo que vi durante el viaje me resulta complicado de explicar. Aparte de miles de coches a reventar de gente, cientos de autobuses, camiones, carros, camionetas, cargados de cientos de personas colgadas de cualquier manera. Donde tú piensas que ya es imposible que quepa una persona, se meten 100 más. Esto es habitual en África, lo he visto muchas veces, pero en este caso concreto desbordó cualquier cosa que yo hubiera visto o imaginado, mención aparte de lo que fue la circulación propiamente dicha hasta destino. A mí me pareció un milagro que sólo viéramos una veintena de accidentes y otras dos veintenas más o menos de averías. No soy capaz de describirlo. Miraba con cara de haba el “espectáculo” a mi alrededor. Y así durante 9 horas hasta que conseguimos llegar a casa, en Touba. Nada comparable con las 16 horas que me contó un amigo al día siguiente.

Gran Magal. Imaginaos las Fallas los días de máxima afluencia, multiplicado por 3, más o menos, en toda la ciudad. Es una fiesta religiosa. Todo el mundo reza, por supuesto. Para entrar en la Gran Mezquita hicimos casi 3 horas de cola, y conseguimos entrar a las 2 de la mañana (día previo al Magal). Había momento en los que penaba: “ahora, ahora es cuando muero de asfixia o aplastada por una avalancha humana”. Afortunadamente nada de eso pasó. Todas las familias matan una vaca para festejar el evento, o un camello. Vi imágenes realmente “curiosas” por llamarlas de algún modo. Todo el mundo está invitado a comer y beber (nada de alcohol) en cualquier casa. El día del Magal por la tarde fuimos de visitas  a varias casas. Si hubiera comido y bebido todo lo que me ofrecieron tendría reservas para todo 2015.

El día siguiente del Gran Magal, era viernes, día sagrado de los musulmanes. Era el gran rezo en la Mezquita, pero ni me acerqué. Millones de personas rezando dentro y fuera de la mezquita. Prefería que me lo contaran después. No quise volver a tentar a la suerte de morir aplastada. Por la tarde partí a Louga.

Fue una experiencia muy interesante y muy intensa. Contenta de haberla compartido, mención aparte de que allí me reencontré con mi muy querido, mi hermano, Pape, deportado en febrero de este año en uno de los vuelos de la vergüenza, por el que peleamos lo indecible para evitar su deportación, desgraciadamente sin éxito. Pensaba ir a San Luis a verle, donde vive, cosa que también hice, pero él también viajó a Touba para el Magal, y allí nos reencontramos. Fue realmente entrañable. El día del Magal lo pasamos juntos.

Como decía, al día siguiente partí a Louga, con un trancazo del 15 del que aún no me he liberado. El frío nocturno en Touba, y el polvo brutal hicieron estragos conmigo.

Partí a Louga con mi amigo Tafá, a quien conozco desde hace muchos años. Él volvió a Senegal hace un par de ellos tras tirar la toalla en su búsqueda de papeles en España. Vive en un petit petit petit village a las puertas del desierto. Tras varias horas de camino en septplace, autobús y carro, llegamos a su casa. La noche al lado del desierto es otra cosa. Más en una pequeñísima aldea sin luz eléctrica, donde la contaminación lumínica es cero. La calma absoluta, la tertulia, ¡¡el frio!! (con el trancazo que ya llevaba). Fue realmente agradable compartir de nuevo con su familia un pequeño tiempo en ningún parte, pero mi séjour en Senegal était petit!!! Y al día siguiente partí para Saint Louis, para pasar unos días con Pape.

En Saint Louis hice 4 noches. Pasé miles de horas (sí, ya sé que 4 noches y 3 días no dan para tanto, pero fueron miles de horas, lo juro) con Pape. Hablando de muchas cosas, compartiendo complicidad e historias, a la orilla del mar. Mi amigo, mi hermano, arrancado de Europa a la fuerza, pero de esto ya hablaré en otra ocasión. Tengo una pro­­­mesa que cumplir al respecto. Fueron días entrañables. Nos despedimos con un abrazo y con lágrimas en los ojos.

Y volví a Dakar, a dos días de mi vuelta. Despedidas, soiréés senegalaises a fuerza de sabar, los amigos de siempre, nuevos amigos, nuevas aventuras, nuevas vivencias, y siempre, SIEMPRE, la misma hospitalidad. Volveré!!!

Pero no con TAP Portugal, que ésa también es otra historia. Estoy escribiendo desde el aeropuerto de Lisboa, cuando en realidad yo debería estar en casa desde las 11:30 de esta mañana, pero sí son las cosas… Si todo va “bien” llegaré à minuit, como la Cenicienta.

Eso sí, el trancazo, no sólo no me ha abandonado desde Touba, sino que en estos momentos soy una fábrica de mocos a gran escala. Las casi 7 horas de espera en el aeropuerto de Dakar de anoche, con frío, las 4 horas de vuelo hasta Lisboa, helada en el avión, más el paseo que me he dado por Lisboa al “regalarme” 12 horas aquí ­­­­, han hecho mella en el proceso de mejora de mis súper resfriado, volviendo 7 pasos atrás. Sobreviviré!!!

Contaría más cosas, pero es hora de que vaya viendo qué pasa con mi vuelo, no vaya a ser que lo pierda de nuevo.

Continuará… O no…

(No reviso el texto por falta de tiempo; espero que sepáis perdonarme los errores/horrores tipográficos)

martes, 2 de diciembre de 2014

En la retina...

No pensaba volver a escribir desde aquí, en Burkina, pero aquí estoy. Causas de fuerza mayor me retienen à la maison.

No sé si el calor, el cansancio o la ingente cantidad de Brakina de anoche jusqu’à petit matin avec les amis, o todo ello junto, han hecho que hoy tenga una “ligera” indisposición.

A pesar de “le chaud” de ayer, hoy me he levantado pronto. Aún tenía cosas pendientes aquí en Ouaga y me he tirado a la calle bien tempranito, pensando si mi vientre me iba a respetar, cosa que ha hecho sólo a medias.

He caminado a pie durante horas yendo de acá para allá. A pesar de la polución y el bullicio, me gusta pasear por Ouaga, à l’aise. Sí, soy nasaara (“blanca” en moré, lengua de los mossi, la mayoría en Ouaga), y los nasaara somos foco de atención, pero me sorprende la cantidad de gente conocida que me encuentro en diferentes lugares.

He vuelto a recorrer la Avenue Oubritenga. Casi sin darme cuenta, mis pies me han llevado hasta la puerta del Hotel Azalaí, probablemente el más emblemático de la ciudad, quemado y saqueado el día de la Revolución (allí se encontraban muchos de los diputados que ese día votaban el cambio que los burkinabés impidieron), y así permanece, tal cual, con el tiempo detenido en el 30 de octubre. Decenas de coches volcados y quemados, el hotel destrozado… Vuelvo a quedarme muda por la dantesca visión. Continúo un poco más allá, a la Asamblea Nacional, à côté, con el mismo paisaje desolador. Trato de hacer algunas fotos a escondidas, pero un militar que está en la puerta guardando ¿qué? me dice que ni de coña; le pido disculpas y continúo un poco más allá. Miro hacia atrás, veo le rond-point de Nations Units, con la bola del mundo al fondo, lugar que conozco perfectamente desde hace años, ya que frecuento los alrededores. Miro. Gran avenida de muchísimo tráfico, motos, coches, bicis, cláxones, bullicio… Eso es lo que hay, pero yo miro y sólo veo a miles de jóvenes burkinabés con los brazos en alto caminando hacia la Asamblea Nacional al grito de “Blaise dégage”, mientras los militares tratan de impedir su acceso a la misma. Me sobrecoge la imagen, imagen que alguien inmortalizó el 30 de octubre, pero que está viva en mi retina, como si realmente yo misma hubiera sido testigo del día que (esperemos) cambió la historia de Burkina Faso.

No sé cuántos minutos he permanecido absorta mirando, sin más. Alguien que me dice “Nasaara, bonjour” me saca de mi ensimismamiento y me devuelve a la realidad. Vuelvo la vista hacia la Asamblea una vez más y continúo camino.

Varias horas después me he venido “a casa”, donde la indisposición ha dado rienda suelta a sus instintos más bajos y aquí estoy, pegadita a la puerta de la toilette, esperando que pase “la tormenta”. Mañana tengo que coger un avión!!!!

Continuará… a varios miles de kilómetros… Continuará…




domingo, 30 de noviembre de 2014

Aller-retour

Aller-retour.

El tiempo pasa rápido, muy rápido. ¿Fue ayer cuando llegué?

Estoy de nuevo en Ouaga, la capital, donde he llegado esta tarde bajo 42 grados, uno detrás de otro. El  calor derrite el mismísimo fuego. Casi (y sólo casi) se me había olvidado que el clima también es diferente. Ouaga, como ya sabéis, no es Gaoua. Ni Gaoua es Ouaga. En Gaoua, al sur-oeste, ha hecho MUCHO calor, pero Ouaga es el mismísimo infierno, incluso a las puertas del “invierno”, que viene a ser lo mismo en un juguetón baile de letras. A Gaoua ya ha llegado “la fraîcheur”, lo que significa que empieza a hacer fresquillo por la noche. A Ouaga llegará más tarde, pero ya no estaré aquí para sentirlo.

Han sido días sin tregua. Con muchísimo trabajo (a eso vine). Ni un minuto de descanso. Un no parar constante. Cuando crees que vas a poder descansar 10 minutos, surge otra cosa: un amigo que aún no has visto, una “recepción”, una autoridad que te invita, una avería (el pan nuestro de cada día) que te rompe el día en mil pedazos, y un sinfín de “imprevistos”, que ya no caben en la jornada, pero les haces frente…

Han sido días intensos en trabajo y emociones. He pasado tiempo con Blaise, un crack. El chaval que pudimos operar hace dos años de un problema severo con una historia de terror detrás. El abrazo que me dio en nuestro reencuentro no es descriptible. He conocido a Zacharie, el segundo en ser operado del mismo problema, también en 2012. También financiamos entonces su operación, pero no llegué a conocerle porque yo ya me había marchado. Otro crack. He conocido a Paul, que será el tercero. Más o menos ya ha quedado todo dispuesto para su operación (él, como Blaise, vive en Holly, un petit village a unos 15 km. de Gaoua). He sabido de un cuarto caso en la misma escuela de Zacharie…. Emociones y muchas satisfacciones al ver retomar sus vidas con normalidad, como lo que toca, chavales con fe en el futuro, con más de lo que parece razonable, pero es su fe y son sus sueños, y tienen todo el derecho del mundo a ellos…

Estoy “en panne”!!! En dos semanas he perdido la cuenta de averías en los diferentes vehículos de los que he hecho uso, bien como conductora, bien como “pasajera”. En un aller-retour a Holly para ver a Blaise, la moto en la que iba de pasajera cayó “en panne”, tanto a la ida como a la vuelta. Pas de problème. A la ida mi conductor se quedó en la carretera esperando la ayuda y yo me monté en otra moto que pasaba en dirección a Holly. Allí le esperé. A la vuelta nos tocó empujar la moto varios kilómetros a pie para llegar a Gaoua…. CCA!! (C’est ça l’Aftique!!).

Otro día fue mi moto. Hora y media tirada cual colilla en mitad de la sabana en un camino perdido de polvo y tierra. Mi burra y yo…. Yo y mi burra… Y el polvo…. Hasta que vinieron a mi rescate CCA!!!

Otro día un buen amigo de Ouaga, que estaba en panne a unos 50 km de Gaoua (ni sabía que andaba cerca). Cuando me llama para pedirme ayuda, no dudo en darle mi moto a alguien que no conozco para que vaya a buscar un mecánico y llevarle hasta el coche en panne. Hasta la noche, tarde, no supe nada de “mi” moto, que no es mía, por supuesto, y yo rezando a todos los santos para que la moto aparezca si no quiero verme metida en un lío. Pero hubo final feliz…

Y los agradecimientos: un día tres pollos, otro día un pavo, otro día varios kilos de karité, otro día cestería… otro día un vestido… Cada vez que iba a un sitio me echaba a temblar… a ver qué me regalan hoy y dónde lo meto!!!! En cuanto a los animales, pas de problème, le vienen muy bien a los amigos a quien se los doy, a su vez, y ya hemos dado buena cuenta de alguno; en cuanto al resto, menos mal que vino Luis (otro tubabu –blanco, en lengua local-) el otro día para seguir otro proyecto y le voy endosando todo el peso para cuando él vuelva….

En Gaoua me siento bien, muy bien. Es mi casa, mi lugar, mi mundo…. Ya dije en una ocasión que aquí me siento “inmortal”. Es difícil de explicar. Es como si aquí nada malo me pueda pasar, como su tuviera un “ángel de la guarda”. Sé que es irracional, pero es lo que siento.

Me ha faltado tiempo para muchas cosas, pero he corroborado una vez más lo que ya sabía: que estoy atrapada, que me enamoré de este país hace mucho tiempo, que tengo muy buenos (y muy malos) recuerdos de él, y que lo llevo grabado a fuego en la piel. Me espera otra “aventura”; en un par de días me marcho a Senegal, ya “de vacaciones”, donde me esperan también muchas emociones, pero mentiría si dijera que tengo ganas de marcharme.

La situación política es aparentemente tranquila. Se levantó el toque de queda hace unos días. Me ha fascinado compartir esta etapa de la historia aquí, in situ, con ellos. L’histoire dira la suite…

Me quedan dos días en Ouaga. Ya hoy mismo he tenido algunas emociones, que prefiero no contar por cuestiones personales. Los amigos no dejan de llamarme (no han dejado de hacerlo desde que pisé Le Faso). Y la vida no deja de sorprenderme…C’est un constant aller-retour...


Ouaga, o Gaoua. Gaoua o Ouaga… Nada tienen que ver. No importa. Estoy en casa.


jueves, 20 de noviembre de 2014

Gaoua

Desde ayer estoy en Gaoua, a casi 500 kilómetros de Ouaga, la capital, apenas a 40 km. de la frontera con Costa de Marfil. Mi amigo Bouba, mi buen y grandísimo amigo Bouba, vino a buscarme a Ouaga. A las 07:00 AM cogíamos camino para llegar a las 14:00 h. a Gaoua. La carretera está en obras. Normalmente no se tarda tanto, pero… También tuvimos una pequeña avería en route, nada ajeno a lo cotidiano por estos lares (CCA: c’est ça l’Afrique!).

Podría repetirme hasta el infinito: la acogida fue, como siempre, emocionante. Mi familia en Gaoua. Abrazos, risas, guiños, y las ganitas de estar aquí. Gaoua nada tiene que ver con Ouaga. Ouaga es “un monstruo”, una grandísima ciudad, ruidosa y bulliciosa (a la que adoro, por otra parte).  Gaoua es una ciudad pequeña, o como un pueblo grande, donde todos se conocen, y donde muchísima gente me conoce. La gente me saluda: “Lianos!!! (aquí soy Lianos, no Llanos), bonne arrivée!!!”. Luego, el comentario más odiado desde que pisé le Faso: “tu as beaucoup grossi!!!” (has engordado mucho). Arghhhhh. Sí!!!!. Todo el mundo TODOS me lo dicen encantados. Aquí, engordar es símbolo de salud, por tanto, todos me felicitan. C’est comme ça! En fin, de nuevo muchas emociones de todo tipo, muchos reecuentros entrañables…

Por la tarde ya voy a la APFG, donde trabajo. De camino miro y observo (y voy saludando, me encanta). Es como si nunca me hubiera ido. No veo cambios significativos a pesar de dos años de ausencia. Ya lo dije una vez, es como si el tiempo se hubiera detenido en esta sabana infame. El calor indolente, el polvo omnipresente… y la hospitalidad infinita. Siempre lo he dicho. La verdadera solidaridad la ejercen quienes, no teniendo nada, lo comparten todo.

Llego a la APFG, y una vez más, es la locura. Las mujeres que aún recuerdan los saludos en castellano, las risas otra vez… y la complicidad.

Todo ello no impide que comience el trabajo. A saco. Mil cosas que hacer en poco tiempo. Planificación, reuniones y cae la noche, a plomo, como ayer, como siempre en este lugar olvidado del planeta. Vuelvo a casa rendida por el viaje, por el trabajo y por las emociones, a flor de piel una vez más.

Quedo con algunos amigos, y la lluvia, que llega sin avisar…. Pero ¿cómo? Si la temporada de lluvias ya pasó!! Ay, amig@s, el cambio climático no perdona a nadie, y esto no es una excepción. Cae el diluvio universal mientras arreglamos el mundo entre Brakina y Brakina (“pequeña” cerveza local).

Esto no es Ouaga, ya lo he dicho, pero no por ello el tema de conversación estrella deja de ser la situación política del país. Ayer, el nuevo Primer Ministro, el coronel Zida, (jefe del Estado hasta antes de ayer tras la marcha de Compaoré), decretó el cierre de todos los ayuntamientos del país y de los Consejos municipales. Con un par. Éste es el que ha estado diciendo hasta la saciedad que no quieren el poder. Pues nada, Primer Ministro, que no manda casi nada. Ja!! La sociedad civil reste à l’écoute. Yo la verdad es que no tengo mucha fe en que esto no salte por el aire en breve. Los jóvenes burkinabés están dispuestos a todo. No se han tirado a la calle para echar al Presidente y luego dejar que un militar tome las riendas. No. No ha habido 30 muertos para nada. Están dispuestos a todo. Lo más que pueden perder es la vida, y aquí, dada la miseria y el hambre, tampoco la valoran demasiado. Su lema es “la patrie ou la mort”. Y os aseguro que la inmensa mayoría están dispuestos a ello en el momento que haga falta.

 A la gente de a pie le preocupa el día a día: gagner à manger. El saqueo en Ouaga fue de tal magnitud que las reservas de arroz desaparecieron, desabasteciendo a todo el país con ello. No sabemos qué comerán los críos este curso. El poco arroz que donaba el estado a las escuelas ya no existe. Decenas de toneladas de arroz se han desvanecido fruto del pillaje, por otra parte comprensible si el hambre es tu eterna compañera.

Complicado. Muy complicado todo.

En lo tocante a los proyectos de CIM, estoy contenta, las cosas progresan adecuadamente, aunque las demandas crecen. Es normal.

Hoy he hecho varias visitas y “ça marche”. No he dicho que desde esta mañana tempranito tengo mi burra de nuevo. La moto que me prestan en la APFG y que me da autonomía. Me mola 100. En Ouaga jamás me atrevería a circular en moto. En Gaoua me encanta, aunque se come polvo por castigo, polvo rojo que se cuela hasta las entrañas. Sólo la calle principal está asfaltada. C’es comme ça!

Esta tarde tenia concertada cita con el alcalde, pero como ya os he dicho, ya no hay alcaldes en Burkina. El ayuntamiento permanece cerrado desde ayer. Sí que he tenido una breve cita con el Delegado Provincial de educación para un pequeño intercambio de ideas y opiniones

Sigo teniendo mucho trabajo y renovadas ilusiones. Me siento MUY bien. Cada día más comprometida y cada día más feliz de haber venido. Sigo pensando que es apasionante vivir estos momentos “in situ”, con mi gente aquí, aunque la cosa “devient compliqué” para los burkinabés. Vienen tiempos difíciles para una población muy baqueteada…

Os dejo por hoy. Una Brakina y un amigo me esperan…


Continuará…


martes, 18 de noviembre de 2014

Je suis là!!!

Sabía que tenía ganas de venir, pero hasta que no he llegado no he sido consciente de cuántas.Tantas cosas vividas y sentidas en tan pocas horas…

Debía llegar a medianoche del sábado, vía Casablanca, pero no fue así. Mi vuelo Casablanca-Ouaga estaba previsto a las 20:30, con llegada a minuit. También estaba previsto que lo atrasaran, dado que à minuit (00:00) comienza el toque de queda, hasta las 05:00 AM (lo han ido reduciendo desde el dia que empezó a reescribirse la historia de Burkina (30 de octubre, llamado ya “día de la revolución”). El vuelo era en realidad a Niamey (capital de Níger) con parada técnica en Ouaga. Sobre las 20:00 h, veo que lo retrasan un par de horas. Pas de problem. Si hay que esperar, se espera. El aeropuerto de Casablanca es un viejo amigo mío, así que decido bajar a la cafetería que ya conozco de otros años, donde hay wifi, y así enredar un rato en la espera. Carteles de prohibido fumar por todas partes. ¿Hay niebla? No! Ese señor fumando!! ¿Qué pasa? ¿A que voy y le digo algo? Y entonces veo que aquello es un fumadero. Junto a los carteles de prohibido fumar, otros con la certificación ISO. Se me queda cara de haba, enredo un poco con el móvil y la wifi y me largo. ¡No puedo respirar!! C’est pas grave. Voy a ver si ya embarcamos. Sí!!! Altavoces: “Vuelo con destino a Niamey con parada en Ouagadougou, embarquen por la puerta A1”. Me pongo en cola. Pienso “qué raro que no lo atrasen más, así llegamos en pleno toque de queda”. Llega mi turno, y el chico que me dice: “No, c’est pas ton vol. Seulement à Niamey”. ¿Cómo???? ¿Y los que vamos a Ouaga, qué? Oiga usted, que lo pone en el panel, que lo dicen los altavoces. ¿Qué pasa conmigo?. Y él: “Je sais pas, madame, il faut demander à information”. Me sentí cual Calimero. Corro a información a decirle: “oiga, que aquel chico no se entera, que yo voy en ese avión a Ouaga”, pero no hay nadie en información. Putain!! Busco con la mirada a alguien con acreditación. Veo a uno y le pregunto: “oiga, ¿por dónde se va a Ouaga? ;-)”. Me dice: “Noooo, no te preocupes, sale a las 5 de la mañana en la terminal de abajo, puerta B11, ve y pregunta”. Que no cunda el pánico. Bajo y pregunto. Les suena a chino. Pongo cara de pocos amigos. Que no cunda. Subo a información de nuevo. Menos mal, hay un señor. Le pregunto: “me puede decir qué pasa con mi vuelo?” Él mira la tarjeta de embarque y me dice: “Al fondo, puerta A1, vuelo a Niamey, están embarcando, dese prisa”. Que no, que no cunda el pánico. Y yo: “Vamos a ver, Monsieur, vengo de allí y me dicen que no van a parar en Ouaga, que venga aquí y pregunte”. Me mira con cara de haba “¿ah, sí? , espere madame”. Llama a un compañero, que mira mi tarjeta de embarque y me dice “Madame, su vuelo hace horas que ha salído. Lo ha perdido”. Me echo a reír (por no llorar). “Mire usted, NO, mi vuelo NO ha salido, sería usted tan amable de preguntar a alguien que tenga un poquito de idea?”. Me mira. Llama a otro compañero, que mira mi tarjeta de embarque: “Madame, ha venido usted demasiado pronto, su vuelo sale el día 17 y hoy es 15”. JAJAJAJAJAJAJA. “Monsieur, dónde cojones está mirando usted la fecha? ¿De verdad me cree tan pardilla? Eso que usted ve, forma parte del número de vuelo. NO es la fecha”.  “C’est vrai, madame”. En ese momento empiezo a buscar la cámara oculta. No es verdad. Esto no puede ser verdad. El señor llama a otro compañero, que mira mi tarjeta de embarque y me dice “Madame, han atrasado su vuelo porque hay un problema político en destino, hay un toque de queda”. Pienso “éste sabe de qué habla”. Qué ingenua! Y él sigue: “así que el vuelo saldrá a las 20:30 de mañana para llegar a minuit”. Que salga el de la cámara, pero YA!! Se me escapa una expresión ininteligible. Él me mira atónito: “¿Qué pasa madame?”. Realmente ya no sé qué decir y le digo “Os burláis de mí, o estoy en Matrix, o qué pasa? O sea, ¿me dices que aplazáis mi vuelo para no llegar cuando el toque de queda que empieza a las 00:00, y lo aplazáis para llegar mañana a las 00:00? POR FAVOR!!!!”. Él me mira atónito y me dice; “Madame, puede ser que yo esté equivocado, mejor vaya usted a la oficina de tránsito a ver qué le dicen, pero no se preocupe, ¿dónde está el problema?”. Me rindo. Me rindo. Pienso: “Llanos, respira hondo, un día u otro llegarás a Ouaga, aunque sea a dedo”. Imagino este periplo con alguien que no entienda el idioma (por supuesto NADIE habla castellano). Llego a la oficina de tránsito: “¿Alguien sabe que Ouagadougou existe y que tiene aeropuerto?????”. Un chico: “ah!! ¿Va usted a Ouaga, Madame?”, y antes mis narices me quita la tarjeta de embarque de las manos y la rompe en mil pedazos. Me quedo petrificada. No sé si tirarme al cuello o hacerme el hara-kiri allí mismo. No suelto palabra. No me queda ni una con sentido. Me desplomo en un sofá sin decir ni mú a esperar lo que tenga que venir. ¿Qué más puede pasar? El chico se sienta en el ordenador y veo que está imprimiendo algo con forma de tarjeta de embarque, Me lanzo sobre el papel como si fuera el maná. Él me  mira atónito “Madame, espere por favor”. “Y una mierda!!”. Me da la nueva tarjeta donde se ve claramente algo con sentido: “Casablanca – Ouagadougou. Vuelo a las 07:30 AM con llegada a las 11:30”. Casi le beso. En ese momento me importaba un pepino pasar montones de horas en el aeropuerto, tenía “MI TESOROOOO” en las manos. El chico me miraba raro, raro… Cuando salgo de mi estado de éxtasis, el chico me explica que me ponen hotel en Casablanca a cargo de la compañía, que tengo que ir donde el control de pasaportes y rellenar una ficha policial, pasar por inmigración, localizar otra oficina de tránsito ya fuera de la terminal, buscar un autobús que me esperaría fuera y me llevaría al hotel. Y yo que le pregunto: “¿Y todo eso saldrá al primer intento? JA!”. Sorprendentemente así fue, un paso detrás de otro, con lo que conseguí acostarme a eso de las 02:00 (marededeuseñor), pero un mosquito no quiso dejarme sola, no vaya a ser que me pase algo,  y cuando a las 05:00 AM sonó la alarme me dije: “¿para qué coño me he venido al hotel con lo ricamente que hubiera echado una buena cabezadita en el aeropuerto?”. A las 05:30 arrancó el autobús que me llevó felizmente al aeropuerto. A las 11:00 aterrizaba en Ouaga…

Llego a mi hostal. De camino se me han olvidado todos los agravios. Ouaga. Je suis là. Me siento bien, MUY bien. Estoy otra vez en casa. Mi otra casa. Hablo sin parar con el taxista, que se parte de risa ante mi verborrea. Hablamos de la situación política de TODO!. Llegamos al hostal, subo a la habitación. Llamos a mi buen amigo Georges: “Je suis là!!”. Me dice “vale, cuando hayas descansado, me avisas y te recojo”. Ya habrá tiempo!!. Una ducha y a la calle. Millones de cosas por hacer y ganitas de volver a faire les rues de Ouaga. Quedo en llamarle en una hora. Empiezo con las primeras cosas, me voy a cambiar dinero (es domingo, sí, pero sé dónde encontrar cambio a buen precio), compro una tarjeta telefónica local, y en un momento dado oigo “Llanos!!!” ¿Cómo??? Me giro y veo a Georges, Aún no le había vuelto a llamar!! Ouaga es gigante!!! Y ahí está. A partir de ahí, empiezan los reencuentros. Con algunos de ellos lloro por su especial significación, pero ésa es otra historia que me reservo. Emociones intensas, muy intensas. Nadie me esperaba en Ouaga salvo dos o tres personas que sabían de mi inminente llegada. Ya anochecido (aquí eso es a las 18:00, que la noche se desploma de golpe), empiezo a llamar a los amigos: “Je suis à Ouaga”. Nonnnn. Todos piensan que es tomo el pelo. Todos conocen mi voz a la primera. “Llanos!!! Nonnnn, c’est pas possible!!!”. Alguno de ellos incluso me había visto por la tarde cuando yo iba en moto, y pensaba que había visto visiones. Más reencuentros, abrazos, risas y mucha Brakina (cerveza local).


El ambiente en Ouaga es de normalidad, pero el tema de conversación es uno: la situación política. Todo “huele a Sankara”. Es como si hubiera salido de la tumba con el puño en alto.  Hablamos mucho de todo, Estoy contenta, MUY contenta de haber venido, y de haber venido ahora, y compartir con mi gente este momento histórico que les devuelve la esperanza tras 27 años de despropósitos. Puede parecer ridículo, pero me siento orgullosa de estar con ellos, quizás porque ellos así lo valoran: “tu es une vrai burkinabée”. Me dicen: “todo el mundo tiene miedo de venir ahora a Burkina, pero tú estás aquí”. Hablamos, y hablamos, y hablamos y me cuentan cómo lo han vivido, con pasión… Y cuando nos damos cuenta son las 23:00. “Il faut rentrer à la maison”. Uno de ellos me trae a casa, con tiempo antes de las 00:00. Hay que ser prudentes, no vaya a ser que tengamos una avería y nos pille el toque de queda en la calle. Antes de las 23:30 je suis à la maison. Hoy he sabido que él tuvo una avería (aquí están a la orden del día) y casi no llega a tiempo…

Dormí como un bebé, pero hoy ya estaba en pie a las 07:00, Beaucoup de choses à faire. El día ha dado para mucho (incluido encontrar a quien ha reparado mi portátil, que me cargué en Casablanca al caer al suelo). Ha sido un día intenso de nuevo en emociones de todo tipo. Para empezar, hemos amanecido con el nombramiento del nuevo Presidente de la transición. Una gran noticia. Los militares traspasan el poder. Todo ha ido muy rápido desde el día de la revolución. Por una vez los militares han hecho lo que debían. Aparte de “mis asuntos”, he pasado junto a la Asamblea Nacional y el Hotel Azalaí. Me he quedado muda. Una cosa es ver las imágenes en la red y que te lo cuenten, y otra muy distinta es verlo in-situ. Sobrecogedor. Todo TODO quemado y destrozado. Una veintena de coches calcinados y volcados. No me he atrevido a hacer fotos. Mañana quizás vaya a ver el Palacio Presidencial y otros lugares, como pura curiosidad, por ver cómo han quedado.

Los militares están por todas partes, a pie o motorizados, y todos con el fusil o a ametralladora en bandolera. Ostia!!! Como para tener un accidente y que se disparen. En fin… Ha pasado una anécdota curiosa. Yo iba en moto junto a uno de mis amigos. Estábamos parados en un semáforo junto a dos millones de motos (por supuesto nadie lleva casco), bicis y coches por metro cuadrado. C’est comme ça. Entre las motos, muchas de ellas con militares con fusiles. Yo los miraba de reojo. De repente se oye una detonación. Todo el mundo se mira alarmado, incluso los militares. Yo me acojono. Mi amigo me mira con cara de no sé qué. Y de pronto vemos a un chico que dice: “se ha reventado la rueda de mi moto”. JA!! Todo el mundo partiéndose de risa, hasta los militares… La madre que lo parió.

Durante el día, más llamadas de amigos… Se corre la voz entre ellos. Llanos est à Ouaga. Todos quieren verme, y yo a ellos!! Pero no sé cómo hacer. Les digo que luego les llamo Al terminar mis quehaceres me he ido au Jardin de l ‘Amitié, y ahí, ya de noche  y con una Brakina en la mesa, he empezado la rueda de llamadas: “vente a tomar una cerveza”, y he convocado a la mayoría. Algunos de ellos no se conocían entre sí. Han empezado a llega y nos hemos juntado unos 10. Más abrazos, más risas y más cerveza. Hemos vuelto a hablar de la situación políitica. De todo lo que sucede. Y a las 22:30 nos han echado. Ale, cada mochuelo a su olivo, que se acerca el toque de queda. Et voilà!! Nos hemos despedido hasta mañana. Cuando acabe con mi faena nos volveremos a juntar para compartir momentos entrañables.. El miércoles temprano salgo para Gaoua, a casi 500 km al sur, donde me espera mucho trabajo… y muchos amigos…

Me siento feliz. Me siento bien... Y me gusta...

Continuará…