Sabía que tenía ganas de venir, pero hasta que no he llegado
no he sido consciente de cuántas.Tantas cosas vividas y sentidas en tan pocas horas…
Debía llegar a medianoche del sábado, vía Casablanca, pero
no fue así. Mi vuelo Casablanca-Ouaga estaba previsto a las 20:30, con llegada
a minuit. También estaba previsto que lo atrasaran, dado que à minuit (00:00)
comienza el toque de queda, hasta las 05:00 AM (lo han ido reduciendo desde el
dia que empezó a reescribirse la historia de Burkina (30 de octubre, llamado ya
“día de la revolución”). El vuelo era en realidad a Niamey (capital de Níger) con
parada técnica en Ouaga. Sobre las 20:00 h, veo que lo retrasan un par de
horas. Pas de problem. Si hay que esperar, se espera. El aeropuerto de
Casablanca es un viejo amigo mío, así que decido bajar a la cafetería que ya
conozco de otros años, donde hay wifi, y así enredar un rato en la espera.
Carteles de prohibido fumar por todas partes. ¿Hay niebla? No! Ese señor
fumando!! ¿Qué pasa? ¿A que voy y le digo algo? Y entonces veo que aquello es
un fumadero. Junto a los carteles de prohibido fumar, otros con la
certificación ISO. Se me queda cara de haba, enredo un poco con el móvil y la
wifi y me largo. ¡No puedo respirar!! C’est pas grave. Voy a ver si ya
embarcamos. Sí!!! Altavoces: “Vuelo con destino a Niamey con parada en
Ouagadougou, embarquen por la puerta A1”. Me pongo en cola. Pienso “qué raro
que no lo atrasen más, así llegamos en pleno toque de queda”. Llega mi turno, y
el chico que me dice: “No, c’est pas ton vol. Seulement à Niamey”. ¿Cómo???? ¿Y
los que vamos a Ouaga, qué? Oiga usted, que lo pone en el panel, que lo dicen
los altavoces. ¿Qué pasa conmigo?. Y él: “Je sais pas, madame, il faut demander
à information”. Me sentí cual Calimero. Corro a información a decirle: “oiga,
que aquel chico no se entera, que yo voy en ese avión a Ouaga”, pero no hay
nadie en información. Putain!! Busco con la mirada a alguien con acreditación.
Veo a uno y le pregunto: “oiga, ¿por dónde se va a Ouaga? ;-)”. Me dice: “Noooo,
no te preocupes, sale a las 5 de la mañana en la terminal de abajo, puerta B11,
ve y pregunta”. Que no cunda el pánico. Bajo y pregunto. Les suena a chino.
Pongo cara de pocos amigos. Que no cunda. Subo a información de nuevo. Menos
mal, hay un señor. Le pregunto: “me puede decir qué pasa con mi vuelo?” Él mira
la tarjeta de embarque y me dice: “Al fondo, puerta A1, vuelo a Niamey, están
embarcando, dese prisa”. Que no, que no cunda el pánico. Y yo: “Vamos a ver,
Monsieur, vengo de allí y me dicen que no van a parar en Ouaga, que venga aquí
y pregunte”. Me mira con cara de haba “¿ah, sí? , espere madame”. Llama a un
compañero, que mira mi tarjeta de embarque y me dice “Madame, su vuelo hace
horas que ha salído. Lo ha perdido”. Me echo a reír (por no llorar). “Mire
usted, NO, mi vuelo NO ha salido, sería usted tan amable de preguntar a alguien
que tenga un poquito de idea?”. Me mira. Llama a otro compañero, que mira mi
tarjeta de embarque: “Madame, ha venido usted demasiado pronto, su vuelo sale
el día 17 y hoy es 15”. JAJAJAJAJAJAJA. “Monsieur, dónde cojones está mirando
usted la fecha? ¿De verdad me cree tan pardilla? Eso que usted ve, forma parte
del número de vuelo. NO es la fecha”. “C’est
vrai, madame”. En ese momento empiezo a buscar la cámara oculta. No es verdad.
Esto no puede ser verdad. El señor llama a otro compañero, que mira mi tarjeta
de embarque y me dice “Madame, han atrasado su vuelo porque hay un problema
político en destino, hay un toque de queda”. Pienso “éste sabe de qué habla”. Qué
ingenua! Y él sigue: “así que el vuelo saldrá a las 20:30 de mañana para llegar
a minuit”. Que salga el de la cámara, pero YA!! Se me escapa una expresión
ininteligible. Él me mira atónito: “¿Qué pasa madame?”. Realmente ya no sé qué
decir y le digo “Os burláis de mí, o estoy en Matrix, o qué pasa? O sea, ¿me
dices que aplazáis mi vuelo para no llegar cuando el toque de queda que empieza
a las 00:00, y lo aplazáis para llegar mañana a las 00:00? POR FAVOR!!!!”. Él
me mira atónito y me dice; “Madame, puede ser que yo esté equivocado, mejor
vaya usted a la oficina de tránsito a ver qué le dicen, pero no se preocupe, ¿dónde
está el problema?”. Me rindo. Me rindo. Pienso: “Llanos, respira hondo, un día
u otro llegarás a Ouaga, aunque sea a dedo”. Imagino este periplo con alguien
que no entienda el idioma (por supuesto NADIE habla castellano). Llego a la
oficina de tránsito: “¿Alguien sabe que Ouagadougou existe y que tiene
aeropuerto?????”. Un chico: “ah!! ¿Va usted a Ouaga, Madame?”, y antes mis
narices me quita la tarjeta de embarque de las manos y la rompe en mil pedazos.
Me quedo petrificada. No sé si tirarme al cuello o hacerme el hara-kiri allí
mismo. No suelto palabra. No me queda ni una con sentido. Me desplomo en un
sofá sin decir ni mú a esperar lo que tenga que venir. ¿Qué más puede pasar? El
chico se sienta en el ordenador y veo que está imprimiendo algo con forma de
tarjeta de embarque, Me lanzo sobre el papel como si fuera el maná. Él me mira atónito “Madame, espere por favor”. “Y
una mierda!!”. Me da la nueva tarjeta donde se ve claramente algo con sentido: “Casablanca
– Ouagadougou. Vuelo a las 07:30 AM con llegada a las 11:30”. Casi le beso. En
ese momento me importaba un pepino pasar montones de horas en el aeropuerto, tenía
“MI TESOROOOO” en las manos. El chico me miraba raro, raro… Cuando salgo de mi
estado de éxtasis, el chico me explica que me ponen hotel en Casablanca a cargo
de la compañía, que tengo que ir donde el control de pasaportes y rellenar una
ficha policial, pasar por inmigración, localizar otra oficina de tránsito ya
fuera de la terminal, buscar un autobús que me esperaría fuera y me llevaría al
hotel. Y yo que le pregunto: “¿Y todo eso saldrá al primer intento? JA!”. Sorprendentemente
así fue, un paso detrás de otro, con lo que conseguí acostarme a eso de las
02:00 (marededeuseñor), pero un mosquito no quiso dejarme sola, no vaya a ser
que me pase algo, y cuando a las 05:00
AM sonó la alarme me dije: “¿para qué coño me he venido al hotel con lo ricamente
que hubiera echado una buena cabezadita en el aeropuerto?”. A las 05:30 arrancó
el autobús que me llevó felizmente al aeropuerto. A las 11:00 aterrizaba en
Ouaga…
Llego a mi hostal. De camino se me han olvidado todos los
agravios. Ouaga. Je suis là. Me siento bien, MUY bien. Estoy otra vez en casa.
Mi otra casa. Hablo sin parar con el taxista, que se parte de risa ante mi
verborrea. Hablamos de la situación política de TODO!. Llegamos al hostal, subo
a la habitación. Llamos a mi buen amigo Georges: “Je suis là!!”. Me dice “vale,
cuando hayas descansado, me avisas y te recojo”. Ya habrá tiempo!!. Una ducha y
a la calle. Millones de cosas por hacer y ganitas de volver a faire les rues de
Ouaga. Quedo en llamarle en una hora. Empiezo con las primeras cosas, me voy a
cambiar dinero (es domingo, sí, pero sé dónde encontrar cambio a buen precio),
compro una tarjeta telefónica local, y en un momento dado oigo “Llanos!!!”
¿Cómo??? Me giro y veo a Georges, Aún no le había vuelto a llamar!! Ouaga es
gigante!!! Y ahí está. A partir de ahí, empiezan los reencuentros. Con algunos
de ellos lloro por su especial significación, pero ésa es otra historia que me
reservo. Emociones intensas, muy intensas. Nadie me esperaba en Ouaga salvo dos
o tres personas que sabían de mi inminente llegada. Ya anochecido (aquí eso es
a las 18:00, que la noche se desploma de golpe), empiezo a llamar a los amigos:
“Je suis à Ouaga”. Nonnnn. Todos piensan que es tomo el pelo. Todos conocen mi
voz a la primera. “Llanos!!! Nonnnn, c’est pas possible!!!”. Alguno de ellos
incluso me había visto por la tarde cuando yo iba en moto, y pensaba que había visto
visiones. Más reencuentros, abrazos, risas y mucha Brakina (cerveza local).
El ambiente en Ouaga es de normalidad, pero el tema de
conversación es uno: la situación política. Todo “huele a Sankara”. Es como si
hubiera salido de la tumba con el puño en alto. Hablamos mucho de todo, Estoy contenta, MUY
contenta de haber venido, y de haber venido ahora, y compartir con mi gente
este momento histórico que les devuelve la esperanza tras 27 años de
despropósitos. Puede parecer ridículo, pero me siento orgullosa de estar con
ellos, quizás porque ellos así lo valoran: “tu es une vrai burkinabée”. Me
dicen: “todo el mundo tiene miedo de venir ahora a Burkina, pero tú estás aquí”.
Hablamos, y hablamos, y hablamos y me cuentan cómo lo han vivido, con pasión… Y
cuando nos damos cuenta son las 23:00. “Il faut rentrer à la maison”. Uno de
ellos me trae a casa, con tiempo antes de las 00:00. Hay que ser prudentes, no
vaya a ser que tengamos una avería y nos pille el toque de queda en la calle.
Antes de las 23:30 je suis à la maison. Hoy he sabido que él tuvo una avería
(aquí están a la orden del día) y casi no llega a tiempo…
Dormí como un bebé, pero hoy ya estaba en pie a las 07:00,
Beaucoup de choses à faire. El día ha dado para mucho (incluido encontrar a
quien ha reparado mi portátil, que me cargué en Casablanca al caer al suelo).
Ha sido un día intenso de nuevo en emociones de todo tipo. Para empezar, hemos
amanecido con el nombramiento del nuevo Presidente de la transición. Una gran
noticia. Los militares traspasan el poder. Todo ha ido muy rápido desde el día
de la revolución. Por una vez los militares han hecho lo que debían. Aparte de “mis
asuntos”, he pasado junto a la Asamblea Nacional y el Hotel Azalaí. Me he quedado
muda. Una cosa es ver las imágenes en la red y que te lo cuenten, y otra muy
distinta es verlo in-situ. Sobrecogedor. Todo TODO quemado y destrozado. Una
veintena de coches calcinados y volcados. No me he atrevido a hacer fotos.
Mañana quizás vaya a ver el Palacio Presidencial y otros lugares, como pura
curiosidad, por ver cómo han quedado.
Los militares están por todas partes, a pie o motorizados, y
todos con el fusil o a ametralladora en bandolera. Ostia!!! Como para tener un
accidente y que se disparen. En fin… Ha pasado una anécdota curiosa. Yo iba en
moto junto a uno de mis amigos. Estábamos parados en un semáforo junto a dos
millones de motos (por supuesto nadie lleva casco), bicis y coches por metro
cuadrado. C’est comme ça. Entre las motos, muchas de ellas con militares con
fusiles. Yo los miraba de reojo. De repente se oye una detonación. Todo el
mundo se mira alarmado, incluso los militares. Yo me acojono. Mi amigo me mira
con cara de no sé qué. Y de pronto vemos a un chico que dice: “se ha reventado
la rueda de mi moto”. JA!! Todo el mundo partiéndose de risa, hasta los
militares… La madre que lo parió.
Durante el día, más llamadas de amigos… Se corre la voz
entre ellos. Llanos est à Ouaga. Todos quieren verme, y yo a ellos!! Pero no sé
cómo hacer. Les digo que luego les llamo Al terminar mis quehaceres me he ido
au Jardin de l ‘Amitié, y ahí, ya de noche
y con una Brakina en la mesa, he empezado la rueda de llamadas: “vente a
tomar una cerveza”, y he convocado a la mayoría. Algunos de ellos no se
conocían entre sí. Han empezado a llega y nos hemos juntado unos 10. Más
abrazos, más risas y más cerveza. Hemos vuelto a hablar de la situación políitica.
De todo lo que sucede. Y a las 22:30 nos han echado. Ale, cada mochuelo a su
olivo, que se acerca el toque de queda. Et voilà!! Nos hemos despedido hasta
mañana. Cuando acabe con mi faena nos volveremos a juntar para compartir
momentos entrañables.. El miércoles temprano salgo para Gaoua, a casi 500 km al
sur, donde me espera mucho trabajo… y muchos amigos…
Me siento feliz. Me siento bien... Y me gusta...
Continuará…