miércoles, 16 de febrero de 2011

Sacudidas

Hola mi gente.

Podéis llamarme ignorante, ingenua o lo que queráis. Hay cosas que sé que suceden en el mundo cada día y que no me gustan y que además no comprendo, pero verlas o sentirlas de cerca me pega unas sacudidas que me dejan temblando y absolutamente K.O.

Aquí, en Gaoua, con frecuencia salgo a tomar algo con los amigos. Mañana es festivo aquí, en Gaoua (no en el país); es una especie de fiesta local musulmana. No me preguntéis de qué se trata, aunque el nombre de la fiesta me lo han dicho varias veces estos días. El caso es que  esta noche he salido a tomar algo con mis amigos Anatole y Tomate. Cuando he llegado al lugar de encuentro con mi burra, Tomate me ha dicho que Anatole venía enseguida ya que había tenido que ir al funeral de un amigo y ex compañero (ambos son maestros de escuela). Ante mi pregunta de “andar por casa” de si había sido una enfermedad lo que había matado al amigo, me responde, con la mayor naturalidad, que no, que se trataba de un accidente. Yo enseguida he pensado en un accidente de tráfico, pero no. Me cuenta que en una pelea alguien le ha matado con un cuchillo. El muerto es un maestro de escuela también. Me he quedado muda. ¿Cómo? Con la mayor naturalidad de nuevo me dice que sí, que discutieron por “algo” y el otro le mató. Yo no acababa de entender ¡pero eso no es un accidente! (le he dicho). ¿Respuesta? “Bueno,no exactamente”. ¡Aya! (expresión burkinabe que como no me quitéis a gorrazos no se me va a ir fácilmente).

No doy crédito a la historia. Me asalta la curiosidad y comienzo a preguntar cual metralleta: “¿y el asesino está en prisión?”, “no”, “¿no? ¿por qué?”, “es un militar”, “¿y qué?”, “está protegido”, “¿por quién?”, “por el poder, es militar”, “¿y qué?” (me bucleo), “no pasa nada”, “¿cómo no pasa nada? ¿no hay testigos?”, “claro que hay testigos, medio pueblo estaba presente”, “¿y entonces?”, “no pasa nada, el militar sigue su vida normal, igual que la familia del muerto”, “pero…”.

Hemos comenzado una larguíiiisima conversación que no por conocida deja de turbarme. Anatole me explica que esto es África y que historias como ésa suceden todos los días. Si alguien “poderoso” mata a un “don nadie” no pasa nada, no hay nada que hacer; la vida sigue como si tal cosa alrededor de ellos. Yo sé que pedir justicia en un país cuyo Presidente asesinó a su predecesor (Thomas Sankara) para  alcanzar el poder, puede resultar un tanto kafkiano, pero es que me cuesta pensar que exista una impunidad tan grande ante un asesinato a la vista de todo el mundo. ¡¡Tan claro!!

No quier pecar de ingenua, pero yo les preguntaba por qué la gente admite tales cosas, cómo no se tiran al cuello de la clase dirigente para exigir un poco de dignidad. Sabía la respuesta, pero Anatole me la ha repetido por si me quedaba alguna duda: Estás en un país donde el 65% de la población es analfabeta, donde el 80% de la población vive de la agricultura y sólo le importa si la estación de lluvias será buena para la cosecha o no ¡como para pensar en “revoluciones” al estilo egipcio! ¡Qué torpeza sólo imaginarlo! El analfatebismo es el gran arma para la sumisión. Lo sé, todos lo sabemos, y lo entiendo, pero resulta muy difícil “aceptarlo” aunque te esté mirando a la cara a ¡y tan de cerca! A pocos metros…

Cuando llegué aquí, hace ya 3 meses, acababan de ser las elecciones presidenciales hacía apenas una semana. Se celebraron sin incidentes en un ambiente de máxima tranquilidad. Desde entonces y aún ahora, todos los días veo montones de personas (hombre, mujeres y niños/as) con camisetas de “Compaoré, mi Presidente”. Ya comprendí desde el primer día que había sido la brutal campaña electoral de Compaoré: millones y millones de camisetas con esa frase y su foto (amén de miles y miles de telas con su nombre de venta en los mercados), camisetas que fueron regaladas a las familias a decenas. Claro, imaginad que no tenéis con qué comer, ni mucho menos con qué comprar un mísero trapo que ponerles a tus hijos, y llega el Señor Presidente haciendo de “Reyes Magos” (tres en uno), regalando camisetas a montones por todo el país llegando a las aldeas más recónditas, diciendo “vótame, yo te salvaré”. Juntad todo eso con el analfabetismo. ¿Resultado? Vosotros/as mismos/as sacad las conclusiones.

Pero ¿realmente le importa a alguien quién gobierne si aquí se sigue pensando únicamente en las próximas lluvias?

Más tarde la conversación ha girado hacia la labor de la asociación que han formado entre 3 ó 4 maestros de escuela para la sensibilización sobre la escolarización de los/as críos/as en la comarca de Loropeni (a unos 40 km, de aquí), especialmente para los huérfanos. Ante mi pregunta de si había orfanatos del estado, me han vuelto a decir: “¿aún no te ha quedado claro cuál es el papel del estado en países como el nuestro? ¡despierta!”. Me han entrado unas ganas de llorar que ni os cuento. ¡Y son cosas que sé, que conozco! Pero joder…  Entre unas cosas y otras te crece una rabia por dentro y una sensación de impotencia difíciles de describir.


Tengo muchas otras cosas que contar, pero hoy la sacudida ha sido, de nuevo, muy fuerte y quiero dejar mi relato aquí. Probablemente esto de que os he hablado hoy os suene al pan nuestro de cada día por lo que se pueda leer en prensa o en los medios de cómo se vive en el “Tercer Mundo” (¡qué poco me gusta esa denominación!), eso que oímos, nos escandaliza, y olvidamos a los pocos minutos; pero verlo, sentirlo, tocarlo a tu lado es realmente una experiencia muy fuerte, y hay cosas para las que, aunque a algunos/as os parezca mentira, no estoy preparada, por mucho que lleve aquí el tiempo que llevo…

Aunque no viene al caso (o sí), voy a mostraros aquí la foto de la pequeña Yeri, de quien hablé hace ya algún tiempo en mi post “De sentimientos”. Perdonad si hiere la sensibilidad de alguien, pero hay cosas que no deben olvidarse (o que deben conocerse) y una imagen (la del HAMBRE, con mayúsculas), vale más que mil palabras…


 Continuará…

6 comentarios:

  1. Desgraciadamente ese es el día de muchos países, y no sólo en África. ¿Cómo cambiarlo? ¿Quién tiene la respuesta? Lo que surge es la sensación de impotencia.

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  2. De cuando la palabra "vida" pierde su contenido y significado. Algo paradigmático en un país en el que, según nos relatas, te sientas más viva que nunca.

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  3. Y encima nos quejamos, los que vivimos a este lado del mundo, por tonterías.
    Cada día entiendo menos la vida.

    Mi más sincera admiración para ti, Llanos.

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  4. Creo que Anatole no ha estado en mas países africanos,yo he nacido y he viajado en mas de 20 países en África y la regla no es que si te mata un hombre poderoso no pasa nada hay juicio ,o directamente,tu gente intenta hacer justicia (como hacen los gitanos)Ahora que en África los dirigentes y la gente que esta a su lado abusan eso si que es verdad,pero que no se nos olvide que son 52 países y que cada uno es diferente

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