domingo, 18 de diciembre de 2016

Comienza la cuenta atrás…

Apenas me quedan 2 días en este país que tanto amo. Han pasado muchas cosas desde la última vez que escribí. Muchísimas. Buenas (muy buenas) y malas (muy malas).

Hace unos días escribí sobre Paul, un crío al que seguimos desde aquí. En su día (hace un par de años) le operamos del mismo problema que Blaise y todos los años voy a verle. Este año también. Escribí sobre algo que le pasó estando yo aquí, lo publiqué y acto seguido decidí retirarlo de la publicación. Fue víctima de algo terrible, pero después de contarlo pensé que no era bueno hacerlo, porque quizás era volver a caer en las viejas historias de condescendencia y la mirada turbia hacia este país que, como digo, tanto amo. ¿Para qué?

Este país tiene cosas malas, claro que sí, pero tiene cosas tremendamente buenas. La esperanza en el futuro es conmovedora. El afán de mejorar, la fe en que un día saldrán de la pobreza… y ahí están, peleando como jabatos para conseguirlo.

Y no es fácil. Mais ça va aller...

Este año ha sido un tanto atípico para mí por diversas circunstancias. Me he visto envuelta -casi sin darme cuenta- en una especie de película de espionaje que aún me tiene en un “ay”, he descubierto algunas cosas que no sabía acerca de gente muy allegada que me han “touché”, he tenido experiencias “bizarres” que hacen tambalear algunas de mis convicciones. He vivido aquí (una vez más) el día de la independencia, altamente celebrado. 11 de diciembre, pero que este año tenía connotaciones MUY diferentes.

Cada año, el 11 de diciembre se celebra en una provincia diferente. Todo el país celebra por todo lo alto la fecha, pero la provincia “agraciada”, donde se celebran todos los actos oficiales, va rodando cada año. Este año ha sido en Kaya (hacia el Norte), pero hete aquí, que el año que viene será en Gaoua, y hay una fortísima expectación al respecto. El 11 de diciembre se pasó el testigo, el “flambeau”, que lo traía el gobernador desde Kaya. Toda la ciudad lo esperó como el maná. A las 16:00 en la gare (la estación de autobuses). Hay que estar esperándole!! Y claro, allá donde fueres haz lo que vieres. A las 16:00 en punto estaba yo allí con mis mejores galas. Mare de deu señor, no cabía un alfiler!! Ni siquiera pude llegar a la gare. Me quedé, como tanta gente, al borde de la carretera bastante antes de llegar. Encontré a unos amigos: Lianos!! Viens t’assoir avec nous!! Me siento con ellos en un maquis cercano para tomar algo mientras me cuentan que el coche del gobernador con el “flambeau” aún tardará, que están en comunicación con amigos de otras ciudades por las que pasa, y se está parando en cada una por el gentío. Que aún están por Bourum-Bourum, que aún están por Tonkar… ¡¡que están saliendo de Tonkar!! Todos corriendo a las motos. Yo iba de paquete con mi buena amiga Tibo. Había mucha gente, pero no podia imaginarme en el berenjenal que me metí. Dos mil millones de motos por centímetro cuadrado se ponen en marcha. Ya ha caído la noche. Son algo más de las 18:00 h. Todos pitando, coreando, enardecidos, todos precediendo al gobernador y dirigiéndose al gouvernorat para depositar el “flambeau”. Puta locura. Milagrosamente no hubo ningún accidente. Me dejé contagiar del entusiasmo de la multitud tragando humo, polvo y encomendándome a todos los dioses.

El 11 de diciembre próximo se espera, como digo, con gran expectación. ¿Por qué? Porque desde el gobierno central se van a hacer grandes inversiones en la ciudad. Se le va a lavar la cara con ahínco. Se espera que se reasfalte la carretera principal, la que atraviesa el centro de la ciudad. Parece una nimiedad ¿no? Pues no, hace falta como el maná. Está destrozado y lleno de agujeros; tantos, que no es ni mucho menos fácil evitarlos, lo que provoca continuos accidentes, especialmente en moto. Yo misma, al coger mi burra cada día rezaba a todos los santos para ir a la ciudad. Van a asfaltar la carretera que va hasta Banfora (ahora es pista roja -de tierra roja- y destrozada, unos 140 km.). Van a asfaltar la route de Batié, como la de Banfora, unos 70 km. Van a llevar la corriente eléctrica y canalización de agua a muchos barrios; van a invertir en muchísimas infraestructuras, y todo ello además generará mucho empleo. Y claro, nadie quiere que me lo pierda. ¡¡Y no me lo voy a perder!! El 11 de diciembre próximo espero que me encuentre en Gaoua. Ojalá.

Gaoua. País lobi (etnia mayoritaria). Gaoua, Tierra de misterio y fetiches. Gaoua. Ciudad que un día… quizás un día… será mi casa. De algún modo ya lo es, pero al tiempo… A pesar de la mala (malísima) influencia del orpaillage (búsqueda artesanal de oro) que crece a la carrera como mala hierba alrededor de Gaoua y ha hecho aumentar la inseguridad ciudadana (incluido tráfico de niños y esclavitud, contra lo que se está tratando de luchar, a veces en vano), a pesar de historias “bizarres”, de mafias y de retos… A pesar de todo, Gaoua mira con esperanza al futuro, y pelea… y yo… yo quiero estar con ell@s.

Ayer volví a Ouaga (la capital). Ouaga es el monstruo, el bullicio, el ruido, la polución, el calor infernal, el tráfico indescriptible, la locura absoluta… Ouaga, tierra de mossis.

Me quedan muchas cosas por contar. Muchísimas, que, como tantas… se quedan en mi retina… o en mis entrañas. De momento… me las guardo.








 Continuará… o no…

5 comentarios:

  1. Asfaltar una carretera?
    Hablamos con Camps y les monta un circuito urbano de fórmula 1. Además les asegurará que no les va a costar ni un duro

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  2. M'ha agradat llegir-te!! Te voy siguiendo. Bpn Nadal!

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  3. Que bien lo describes Llanos es tal cual, pues para allá, estaré el próximo viernes. Besos guapa

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