No pensaba volver a escribir
desde aquí, en Burkina, pero aquí estoy. Causas de fuerza mayor me retienen à
la maison.
No sé si el calor, el cansancio o
la ingente cantidad de Brakina de anoche jusqu’à petit matin avec les amis, o
todo ello junto, han hecho que hoy tenga una “ligera” indisposición.
A pesar de “le chaud” de ayer,
hoy me he levantado pronto. Aún tenía cosas pendientes aquí en Ouaga y me he
tirado a la calle bien tempranito, pensando si mi vientre me iba a respetar, cosa
que ha hecho sólo a medias.
He caminado a pie durante horas
yendo de acá para allá. A pesar de la polución y el bullicio, me gusta pasear
por Ouaga, à l’aise. Sí, soy nasaara (“blanca” en moré, lengua de los mossi, la
mayoría en Ouaga), y los nasaara somos foco de atención, pero me sorprende la
cantidad de gente conocida que me encuentro en diferentes lugares.
He vuelto a recorrer la Avenue
Oubritenga. Casi sin darme cuenta, mis pies me han llevado hasta la puerta del
Hotel Azalaí, probablemente el más emblemático de la ciudad, quemado y saqueado
el día de la Revolución (allí se encontraban muchos de los diputados que ese día
votaban el cambio que los burkinabés impidieron), y así permanece, tal cual,
con el tiempo detenido en el 30 de octubre. Decenas de coches volcados y
quemados, el hotel destrozado… Vuelvo a quedarme muda por la dantesca visión.
Continúo un poco más allá, a la Asamblea Nacional, à côté, con el mismo
paisaje desolador. Trato de hacer algunas fotos a escondidas, pero un militar que está en
la puerta guardando ¿qué? me dice que ni de coña; le pido disculpas y continúo
un poco más allá. Miro hacia atrás, veo le rond-point de Nations Units, con la
bola del mundo al fondo, lugar que conozco perfectamente desde hace años, ya
que frecuento los alrededores. Miro. Gran avenida de muchísimo tráfico, motos,
coches, bicis, cláxones, bullicio… Eso es lo que hay, pero yo miro y sólo veo a
miles de jóvenes burkinabés con los brazos en alto caminando hacia la Asamblea
Nacional al grito de “Blaise dégage”, mientras los militares tratan de impedir
su acceso a la misma. Me sobrecoge la imagen, imagen que alguien inmortalizó el
30 de octubre, pero que está viva en mi retina, como si realmente yo misma
hubiera sido testigo del día que (esperemos) cambió la historia de Burkina
Faso.
No sé cuántos minutos he
permanecido absorta mirando, sin más. Alguien que me dice “Nasaara, bonjour” me
saca de mi ensimismamiento y me devuelve a la realidad. Vuelvo la vista hacia
la Asamblea una vez más y continúo camino.
Varias horas después me he venido
“a casa”, donde la indisposición ha dado rienda suelta a sus instintos más
bajos y aquí estoy, pegadita a la puerta de la toilette, esperando que pase “la
tormenta”. Mañana tengo que coger un avión!!!!
Continuará… a varios miles de
kilómetros… Continuará…
¿Qué resulta más conmovedor? ¿Las revueltas populares o las de tus intestinos?
ResponderEliminarXDD
A cuidarse!
Besotes